Lo del presidente boliviano Evo Morales podría denominarse sortilegios semánticos. En un primer momento intentó retirar la religión de las escuelas. Ante la presión popular de un País mayoritariamente católico manifestó que la asignatura de religión permanecería en los colegios. Sin embargo al mismo tiempo el llamado Congreso Nacional de Educación en Bolivia aprobaba una resolución en la que se afirmaba lo siguiente: La educación en Bolivia es laica, pluralista porque respeta la espiritualidad de cada cultura, la libertad de creencias, promueve los valores públicos y rechaza todo tipo de dogmatismos. Lo que no acaba de entenderse muy bien es como se decreta la libertad de creer en algo y al mismo tiempo rechazar todo tipo de dogmas. El escritor inglés Chesterton afirmaba que: Sólo conozco dos tipos de personas, los dogmáticos que saben que lo son y los dogmáticos que no saben que lo son. En cualquier caso, la actitud de Morales hacia el catolicismo es muy clara: sabe que todo su régimen populista se vendría abajo si ataca las profundas creencias católicas de los bolivianos y, al mismo tiempo, mantiene una relación privilegiada con las culturas primitivas de la zona y no duda en disfrazarse de chamán para oficiar antiguos ritos indígenas, convenientemente podados de sus aspectos más crueles.

La Agencia Zenit ha resumido de esta forma la situación de la religión en Bolivia.