Al secretario de Estado de Hacienda, Miguel Ángel Fernández Ordóñez (MAFO), hay que leerle entre líneas, porque es un funambulista de términos y conceptos, un tipo en verdad brillante, capaz de venderle una nevera a un esquimal. En verdad, lo más brillante con lo que cuenta la Administración económica del PSOE. En la entrevista que el pasado domingo 4 publicara el diario La Razón, MAFO lanzó dos mensajes, a cual más interesante, siempre incluidos en reflexiones más amplias, en el mejor estilo de Foreing Office: Yo ya lo había dicho, lo que pasa es que ustedes no repararon en ello, aquí están las pruebas. Lo más importante de MAFO no son sus afirmaciones, sino sus oraciones subordinadas.

Pues bien, MAFO ha dicho dos cosas: la primera que la presión fiscal no va a disminuir. Escuchémosle: Si bajamos algunos impuestos directos y queremos mantener la presión fiscal, evidentemente habrá que tocar los consumos perjudiciales (vulgo, impuestos ecológicos y especiales). Esta es una de las claves de la requeteanunciada y siempre retrasada reforma fiscal socialista. Ahora bien, lo que importa en una reforma fiscal no es de qué cesta se quitan huevos y en cuál se ponen, sino si el número de huevos aumenta o disminuye. Y MAFO ya lo ha advertido : la presión fiscal no va a disminuirse: si queremos mantener la presión fiscal. ¿Y quién ha dicho que queramos?

La segunda es la mayor bofetada, eso sí, bofetada sorda, que un alto cargo del Gobierno Zapatero ha propinado al Estatut catalán. Oigamos al cerebro fiscal: Cualquier solución tiene que ser generalizable al resto de las CCAA. No se puede hacer ninguna diferencia y la regla se aplicará a todo el mundo. Y más, el dinero que reciba Cataluña, que de eso estamos hablando, deberá hacerse efectivo en el Consejo de Política Fiscal y Financiera (donde participan todas las comunidades) y lo que recoja no podrá ser diferente a la Ley orgánica de financiación de las CCAA.

Tenemos la convicción de que ni uno solo de los grupos políticos que aprobó el Estatuto en el Parlamento catalán aceptaría ni eso, ni la mitad de eso. En efecto, todo indica que la única salida del callejón sin salida en el que se ha metido Zapatero es vender un nuevo Estatuto totalmente aguado y decirle a los electores: ¿Lo ven como el Estatut no era tan peligroso? Y ERC lo aceptará: ¿qué otro remedio le queda si quiere mantener sus cargos públicos? Si rompe la baraja, CiU tomará el testigo de aliado del PSOE.