La crisis del PP, que ha debilitado a su enemiga, Esperanza Aguirre, le permite soñar con otro sexenio. Perdidas las oportunidades en Iberia y en FCC, Blesa quiere quedarse hasta 2015, momento en el que intentará que la Caja sea ya una sociedad anónima. Juega con la alianza de Izquierda Unida -Moral Santín- y con los dos tercios que se necesitarían antes del término estatutario del mandato. Todo se ha precipitado desde que Aguirre pensó el cargo, primero para Rodrigo Rato, luego para Manuel Pizarro

Lo dijo el martes, en la Menéndez Pelayo: no será presidente de Iberia. Un día después, se ratificaba de forma oficial que Baldomero Falcones ocupará los cargos de presidente y consejero delegado de la constructora FCC. Por si fuera poco, José Manuel Martínez tiene la misma edad que Blesa, y no parece muy dispuesto a dejarse arrebatar la Presidencia de MAPFRE.

Total: que el presidente de Caja Madrid, Miguel Blesa, ha dado marcha atrás y se prepara para plantarle cara a su peor enemigo: la presidenta de la Comunidad de Madrid, Esperanza Aguirre, que seguirá rigiendo la comunidad madrileña en la primera de 2009, cuando vence el actual mandato de Blesa y habrá que buscar un presidente para los próximos seis años, nada menos que hasta 2015.

Para ello cuenta con su compromiso con la extrema izquierda, y en especial con su alter ego, el comunista-capitalista, por lo bien que se habitúa a los consejos, Moral Santín, una alianza que sienta muy mal en el Partido Popular.

Las ‘elecciones' en Caja Madrid se celebrarán la próxima primavera de 2009. Ha habido momentos en que la presidenta Aguirre ha pensado en el cargo de presidente como baza política: en primer lugar, cuando le ofreció a Rodrigo Rato acudir hacer frente a Rajoy, con ella misma como secretaria general del PP, y, si perdía la batalla, quedarse con la Presidencia de Caja Madrid. Luego pensó en Manuel Pizarro, abandonado por Mariano Rajoy. Ahora bien, el recambio no hubiera sido tan sencillo. Recuerden: para cambiar al presidente, hay que contar con los dos tercios del Consejo, mientras que para un relevo ordinario de mandato, el de 2009, bastaría con la mayoría simple.

En cualquier caso, en toda España no se da una caso igual: el presidente de una caja, nada menos que la sexta entidad financiera de España, con un poderoso grupo industrial colgando de ella, radicalmente enfrentado con la autoridad política, en concreto con la presidenta de la entidad encargada de su tutela.

Y Blesa no sólo quiere renovar en 2009. Necesita el nuevo sexenio 2009-2015, que pretende convertir en sexenio revolucionario, es decir para intentar perpetuarse, a costa de una no impensable conversión de las cajas de ahorros en sociedades anónimas, transformación que apoya el actual gobernador socialista del Banco de España, Miguel Ángel Fernández Ordóñez. Seis años son muchos años y la tendencia en España es a privatizar las cajas de ahorros, con el argumento de la despolitización. Las cuotas participativas, estrenadas por la Caja de Ahorros del Mediterráneo (CAM), y de las que Blesa se ha mostrado siempre entusiasta partidario, ya proporcionan alguna pista acerca del terreno en el que estamos jugando.