Lo dijo ayer Isidro Fainé, el presidente de La Caixa y de la Confederación Española de Cajas de Ahorros (CECA): hay que distinguir entre la inversión a corto plazo, con sentido especulativo, y la inversión a largo.

La Caixa siempre ha sido experta en inversión a largo: en infraestructuras, por ejemplo Abertis, en energía, por ejemplo, Repsol o Gas Natural, en telecomunicaciones, por ejemplo Telefónica. No entra y sale, no compra y vende. No, se queda y obtiene dos cosas: dividendo anual y negocio bancario. Es un buen negocio y muy útil para la sociedad.

Ahora bien, si los chicos de Basilea, los del Banco Internacional de Pagos, insisten en exigir más recursos propios a los bancos y cajas de ahorros que participen en empresas, entonces no hay nada que hacer. Las cajas de ahorros se irán de las empresas y su puesto pasará a ser ocupado por fondos de inversión o de capital-riesgo, a los que la empresa en la que han invertido, sus clientes y sus trabajadores, importan bien poco: no están dispuestos a quedarse para cortar el cupón, quieren plusvalías, ganancias a corto y si para ello necesitan trocear la compañía, desmenuzarla, lo harán sin que les tiemble el bigote.

Es mucho lo que España se está jugando con la legislación contable, virtual, de la futura Basilea III. Nuestro Gobierno, según costumbre, ni se entera, y el Banco de España, dirigido por un socialista con carné llamado Fernández Ordóñez, no quiere entenderlo porque considera que la solvencia bancaria depende del coeficiente de recursos propios y se ha puesto a la cabeza de la manifestación para expulsar a los bancos, sobre todo a las cajas de ahorros, de las participaciones industriales. En definitiva, entre Basilea y el Banco de España nos están suicidando a todos.

Y a todo esto ¿la solvencia de un banco depende de sus recursos propios? Pues no especialmente: la solvencia de un banco depende de su morosidad y de su liquidez.

Fainé tiene toda la razón, la normativa, tanto la fiscal como la contable, debe distinguir entre inversiones especulativas a corto e inversiones estables a largo plazo. Nos jugamos mucho en ello.

De hecho, como ya hemos informado, el sentido común tiene una fuerza arrolladora, que acaba por implantarse. Hablamos mucho del coeficiente de recursos propios que penalizará las inversiones industriales, pero eso es un futurible. Basilea III entrará en vigor, en el mejor de los casos, en 2012. Sin embargo, y como adelantara Hispanidad, está a punto de caernos encima un coeficiente de liquidez exigente. Mejor, dos: primero uno a corto plazo, luego otro a largo. Ese es el buen camino.

Recordemos las palabras del consejero delegado del Santander, Alfredo Sáenz: llevo 40 años en banca y los primeros 35 no nos ha preocupado nada el famoso coeficiente de recursos propios.

Además, es una cuestión de justicia. Los impuestos deben penar al especulador a corto y deben favorecer la inversión estable a largo plazo. Y lo mismo, exactamente lo mismo, cabe decir de la normativa contable: menos preocuparse del coeficiente de recursos propios y más de dar créditos y recuperarlos.

El martes Isidro Fainé dejó claro que él no quiere vender las empresas de La Caixa y que sólo lo haría si una estúpida normativa le obliga ello: ¡Bien por Fainé!

Eulogio López

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