Un amigo argentino asegura que la culpa de lo que ocurra en Argentina la tenemos los españoles e italianos, ya que ellos han heredado lo peor de los unos y de los otros. Siempre he defendido que no: lo que les ocurre a los argentinos es que son tan listos, que su clase dirigente también lo es: ¡Qué buen vasallo si hubiera buen señor!

Qué gran pueblo si no contara con la clase dirigente más corrupta de todo el subcontinente hispano. Todo un mérito porque, en el momento presente, el principal problema político de Iberoamérica son sus políticos.

Se cumple el Bicentenario de la independencia argentina, mexicana y alguna más. La celebración presenta pocas variantes. Están, primero los indigenistas que consideran la colonización como un fruto lamentable imperialismo hispano, por no hablar de la Inquisición, que fue muy tremenda, oiga usted. La verdad es que la colonización española fue la mejor de todas las colonizaciones, porque fue una colonización del mestizaje. Con todos sus errores, y sus excesos, lo cierto es que la alianza entre el Trono y la lealtad, desde el codicilo de Isabel la Católica, que enmarca la política de igualdad entre indios y colonizadores. ¿Y por qué eran iguales, para Isabel I de España unos y otros? En virtud de su fe, porque ambos, españoles e indios, eran hijos de Dios y habían sido redimidos en la misma cruz.

Esto no es religión, es política. ¿Pruebas? Que la colonización inglesa aniquiló a los indios y se instaló en su lugar, mientras la española se casó con las indígenas y dio lugar a la raza mestiza que hoy predomina en Hispanoamérica.

Ahora bien, ni en México ni en Argentina -ni en ningún otro país, seamos sinceros- se reconoce este mérito español 200 años después. De la misma forma, no existe gratitud alguna a España como actual país de acogida de hispanoamericanos sino una continua exigencia de trato de privilegio y una continua queja por el racismo español que, simplemente, no existe. Curiosamente, nadie abomina de los colonizadores ingleses, verdaderos conquistadores y genocidas. Conclusión, la población indígena norteamericana no alcanza ni el 1% mientras en el vecino México ronda el 40%. No hubo mestizaje. En nuestro caso, sí.

Y si el Bicentenario va a acabar en indigenismo, no es menos cierto que la culpa no la tienen ni los mexicanos ni los argentinos. La tenemos los españoles que somos los primeros en flagelarnos, los más progres los más estúpidos.

Por lo demás, ¡que viva el Bicentenario! Pero como dicen en Galicia: amiguiños, sí, pero la vaquiña en tu prado. O sea, las cosas claras, que los españoles no tenemos por qué avergonzarnos de nuestra historia.

Por cierto, el precitado codicilo de doña Isabel también apuntaba hacia la cristianización del norte de África. Si España hubiera realizado esa otra evangelización, ¡cómo hubiera cambiado África y Europa! Los Reyes Católicos detuvieron a los musulmanes en Europa Occidental pero luego no penetraron en el norte de África. Asimismo, evangelizaron América, que desde entonces forma parte de Occidente. Precisamente, el problema actual de España e Iberoamérica es su deserción de Cristo, el resto de los problemas económicos y políticos se solucionan en dos patadas.

Eulogio López

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