Cuando Il Cavaliere señalaba este martes que no aceptaba el resultado electoral, que proponía a Romano Prodi un gobierno de coalición a la alemana y que exigía el recuento de los votos, El País informaba a sus lectores de que Berlusconi había aceptado por fin el resultado electoral. En realidad había aceptado los datos provisionales en cuanto provisionales, pero había exigido el recuento de los votos, y que eso sí, tendría enfrente una oposición firme. Eso no es aceptar. La prensa italiana -incluso la izquierdista- lo sabía, y optó por la prudencia. La española, más ideologizada, prefería ignorarlo. Eso es profesionalidad.

En todo caso, el pacto a la alemana no parece lógico si tenemos en cuenta que Prodi ha ganado. Por la mínima, pero ha ganado, aunque sea provisionalmente. No se pudo decir lo mismo de Merkel. Pero tener a Berlusconi enfrente no va a ser fácil. En primer lugar, porque la diferencia en el Senado es tan estrecha, que basta con que alguien se ponga enfermo o cambie su intención de voto para que la coalición de izquierdas sea en la práctica ingobernable. Y teniendo en cuenta lo barato que cuestan los senadores y la facilidad de Berlusconi para la inversión, las posibilidades de encontrarnos en este escenario son muchas.

Es el momento de demostrar de verdad que -como prometió Prodi- se va a gobernar para todos los italianos. Y eso significa exactamente hacer lo contrario de lo que practica Zapatero en España, marginar y arrinconar políticamente al PP.