Perdidos en las tinieblas como andábamos los católicos, ha venido Pedro José Ramírez (loada sea su figura) a descubrirnos al nuevo papa Joseph, cardenal Ratzinger, ahora conocido como Benedicto XVI. Y lo ha hecho donde corresponde, en la cadena COPE, en el programa de nuestro referente intelectual, Federico Jiménez Losantos, largos sean sus años, bendita su lengua (muy necesitada de bendiciones y hasta de exorcismos, créanme), glosado su mensaje, amada su figura  y prolífica su estirpe.

Pues resulta que en la mañana del jueves 28 de abril, ni más ni menos, Pedro José nos explicó a todos que lo importante no es que Benedicto XVI haya hablado por primera vez en español (desde luego, eso no es lo importante), sino que se ha convertido en el primer Papa pacifista. Reparen en la genial observación de Pedro José, su incisivo análisis, la oportuna glosa de las palabras del nuevo Papa explicando por qué razón ha elegido el nombre de Benedicto. Porque, está clarísimo, Benedicto XV fue un Papa pacifista, que intentó evitar la I Guerra Mundial. Ergo, el decimo sexto Benedicto es un Papa pacifista. ¿Es que no lo ven?

La verdad es que Benedicto XV intentó evitar la guerra, ciertamente, pero sobre todo se distinguió por paliar los males que ocasionó el conflicto. Pero las mentes de Pedro José y de su anfitrión, Federico, no son asequibles a lecturas complejas. Ambos son hombres de nuestro tiempo, y aman los titulares más que los contenidos (o sea que son intelectuales de nuestro tiempo). Por ejemplo, en un titular no caben estas tres líneas: Un pacifista es un hombre capaz de cualquier tipo de violencia incluso la más cruel, la más humillante, la más corrosiva, con tal de que no sea ejercida por un Ejército regular. Para este tipo de pacifista el aborto no es violencia, las esterilizaciones masivas en los países pobres no son violencia, ni el terrorismo, ni la injuria, ni la calumnia, ni los atentados contra el honor, ni la vejación, ni la condena al silencio, ni la marginación social, ni los salarios de subsistencia.

El Cristianismo, por contra, se ha regido por las tesis de Juan Pablo II: No hay paz sin justicia, no hay justicia sin perdón. Así que cuando Benedicto XVI habla de la maldad de la guerra está partiendo desde otra de sus máximas (homilía pre-cónclave): No vale ni la verdad sin caridad ni la caridad sin verdad. De la verdad y del perdón nace la paz interior, de la paz interior surge la convivencia pacífica. Pero ese es un camino más largo y sin duda mucho menos brillante que el propuesto por Pedro José.

Lo que realmente importa es que Pedro José puede estar en el programa de la televisión pública 59 segundos alabando a Zapatero por la ley del matrimonio gay (por cierto, muy bueno lo de este espacio de la TV pública: lo dirige José Miguel Contreras, asesor de imagen de Zapatero y convierte a Zapatero en estrella invitada. Naturalmente, todos fueron durísimos con el señor presidente del Gobierno) y 40 horas después sentarse con Federico Jiménez Losantos, en la cadena de radio confesional, propiedad de los obispos y de las órdenes religiosas españolas, para explicarnos lo del Ratzinger pacifista. En breve se inventará un Papa progresista: permanezcan atentos a sus receptores.

Aunque servidor se va a permitir discrepar de sus eminencias, los señores cardenales: no debían haber escogido Papa a Ratzinger, sino a Pedro José, que bien hubiera podido conjugar los deberes de la tiara con la dirección de El Mundo. De esta forma nos ahorraríamos intermediarios ¿Y de secretario de Estado vaticano? Federico, naturalmente. Además, así tendría más fuerza para renovar su contrato en junio, con la COPE.

Eulogio López