Creo que ya lo he contado alguna vez, pero merece la pena repetirlo. Cuando escribí Por qué soy cristiano y, sin embargo, periodista mi jefe de filas, hoy uno de los más famosos periodistas económicos españoles, ya cansado de dirigirlo todo, me advirtió: Puedo estar de acuerdo contigo en todo, menos en eso de que Dios esté pendiente de mí: eso no me lo creo.

Decíamos ayer que al mundo de hoy no le falta fe, a pesar de la orgía de ateísmo mediático y de blasfemia pública, sino esperanza. Son muchos los agnósticos o ateos lo suficientemente inteligentes como para darse cuenta de que sin Dios no hay explicación posible para el universo pero que se resisten a creer que ese Dios nos ame hasta el punto de dejarse clavar en una cruz o estar pendiente de nuestras palabras.

La esperanza no sólo es la confianza en la vía ultraterrena, sino la convicción de que alguien se ocupa de nosotros. Sin ese sentimiento, en efecto, todo es miedo.

Pta: Su Santidad sigue sin atender las ofertas -jugosísimas- de Hispandiad.com para que trabaje en nuestra redacción como titulador. Y es que los aforismos de hoy son los titulares, y este titular de la escuela Ratzinger merece la pena: Dios tiene tiempo para nosotros. Al parecer, el Creador nunca tiene prisa para ocuparse de sus hijos. Y eso que un día entró en el tiempo.

Eulogio López

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