Sr. Director:

Antes se veía a muchas mujeres embarazadas; ahora vemos pocas; pero el 24 de marzo se dieron cita en el Santuario nacional de la Gran Promesa, en Valladolid, una treintena aproximadamente para ser bendecidas junto al altar por nuestro Señor Arzobispo, en una hermosa ceremonia de Oración y Expiación por la Vida.

Fue emocionante contemplarlas reunidas como una piña. En la homilía, el Sr. Arzobispo, don Braulio Rodríguez Plaza, hizo una radiografía de la sociedad, en la que va penetrando la cultura de la muerte, incluso en los católicos, y censuró a los medios de comunicación locales por difundirla (yo veo que también por omisión y parcialidad, alguno deja mucho que desear). Otro gesto destacado fue la ofrenda floral de una familia con cinco niños: portaban claveles rojos y blancos en memoria de los niños inocentes sacrificados en el seno materno. El Avemaría entonada por una soprano después del rezo de la oración de la madre embarazada, impactó por su belleza, y lo mismo la música coral. Las Preces las hicieron personas de distintas asociaciones, porque la defensa de la vida de todos, a todos nos incumbe.

Se encomendó a las madres embarazadas, especialmente a las que tienen dificultades, y "a las que se han visto abocadas al aborto"; también, a los emigrantes, los pobres, los ancianos y los enfermos; a los matrimonios…; una adolescente rogó para que se eduque "a los niños y a los jóvenes en el amor a la verdad, el bien y la belleza"; no faltó tampoco una petición por el fin del terrorismo y por sus víctimas, y por todos los que sufren "violencia inhumana". La última de las peticiones fue por España, para que se defiendan los derechos de todos, por la paz, la unidad y la justicia. La verdad, sólo me he perdido una de estas vigilias, y fue por fuerza mayor.

Josefa Romo Garlito

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