Sr. Director:

Es fácil reconocer la cercanía de la Navidad por el omnipresente, magnánimo y orondo personaje vestido de rojo, dispuesto a regalar juguetes pródigamente según lo que se espera de él.

Yo prefiero reconocer estas fechas por el obsequio que de sí mismo hizo Dios al donarnos a su Hijo. Prefiero recordar la Navidad como dádiva divina que en nada se asemeja a las fiestas paganas en que hemos convertido estos días entrañables.

Si el afán de comprar, de adornar nuestras calles y hogares no son síntoma de lo que celebramos, entonces es que hemos caído en lo absurdo. Sólo los pequeños belenes son como una luz que delata la verdad de estos días.

Ojalá que el Dios rico que se hizo pobre para hacernos partícipes de su riqueza, sea el destino de nuestros pensamientos al hilo de una Navidad en la que Dios nos busca de nuevo para descubrirnos la trascendencia de nuestra vida.

Eva Catalán

ctellez88@gmail.com