En ocasiones dedicarse a la crítica cinematográfica resulta una labor bastante desagradable. Me explico; hay que ver todo, o casi todo, y eso implica tener que asistir a películas como Batalla en el cielo.

 

Comienza la película, en la pantalla se ve de pié a un hombre maduro, entrado en carnes, al que una jovencita le está haciendo una felación. El director no deja nada a la imaginación del espectador y lo que vemos  produce bastante asco.

A partir de aquí, Batalla en el cielo nos presenta a ese hombre. Se trata de Marcos, un chofer mestizo de mediana edad que trabaja para un general. Este individuo se encuentra atormentado por el remordimiento puesto que ha secuestrado, con la ayuda de su mujer, a un bebé de una familia tan modesta como la suya. El asunto se les ha ido de las manos y el niño ha muerto accidentalmente.

Marcos le confiesa todo a Ana, la adolescente hija de su patrón, que se prostituye por placer y que cree que la mejor solución para consolarlo es llevarlo a relajarse a su lugar de trabajo: una casa de p a la que denomina la boutique. Pero Marcos, no consigue la paz en la mencionada casa (no es de extrañar) y en su búsqueda de la redención peregrinará  hasta el santuario de la Virgen de Guadalupe. No sin antes hacer el amor con su deforme esposa (relaciones sexuales explícitas) y matar por el camino a quien se tercie.

 

El responsable de esta edificante película es el mexicano  Carlos Reygadas. Según él, con ella pretendía denunciar  la situación sociopolítica que atraviesa México D. Sin comentarios

 

Como suele ser habitual en este tipo de películas, que reflejan la depravación del ser humano, la trama es escabrosa y aburrida, y se confunde absolutamente todo. Es alucinante cómo aborda el tal Reygadas el tema del perdón y la redención. Ni idea, oiga.

 

Entiendo que en el mundo hay gente para todo, algunos con rayaduras de coco increíbles pero de ahí que tengamos que sufrir sus películas