Toda la clave de la crisis actual, la más importante de la historia económica, la crisis de la especulación financiera consiste en no haber dejado quebrar a los bancos, especialmente a los bancos de inversión, a las aseguradoras y a las hipotecarias quebradas.

Se trata de pagar su dinero a los depositantes y que los inversores, que han arriesgado y perdido, se queden sin ellos.

Ahora, todos los malos gestores saben que los políticos, aunque digan lo contrario, acaban pagando los platos rotos de la doble mala gestión: la de los banqueros y la suya propia. A fin de cuentas, si no ayudamos a las panaderías insolventes, ¿por qué ayudar a los bancos insolventes?

Ahora bien, todo esto no supone sino una injusticia comparativa con Rodrigo Rato. Rato jugó a lo que le pedía el Gobierno socialista y luego el popular: fusionó cajas -error- y las convirtió en bancos -nuevo error-.

Además, no recibió ayudas públicas, cuando sí las han recibido los modelos a seguir: BBVA o Sabadell, por ejemplo, e incluso comenzó un proceso de saneamiento que no se merecía este final.

Bienvenido José Ignacio Goirigolzarri, otro gran banquero, tan bueno, que Francisco González le echó del BBVA para que no le hiciera sombra. Pero eso no quita la injusticia cometida con Rato.

Eulogio López

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