Sr. Director:

Nos piden que seamos magnánimos con los que han puesto bombas lapas, han secuestrado, han extorsionado y han disparado a la cabeza de inocentes.

Nos piden que seamos gusanos arrastrándonos en un mundo democrático y sin dignidad. Conmigo que no cuenten. Ni contigo.

Ondear la bandera de la paz al lado de los asesinos que no se han rendido ni tienen intención de hacerlo. Una manifestación así es un esperpento. Pero en España la realidad es esperpéntica desde que nos manda (que no gobierna) José Luis Rodríguez Zapatero.

La cosa (gran cosa) ha llegado a tal grado de confusión y de hediondez, que los etarras y sus compinches se sienten a gusto en manifestaciones que convocan los demócratas.

Pero los demócratas en las vascongadas no son los que se llenan la boca con la palabra libertad, con la palabra diálogo, con la palabra soberanía. Son los que siempre han vivido con la amenaza del tiro en la nunca de ETA.

ETA o Batasuna o como coño quieran llamar a los asesinos, no merece estar en la calle. No puede estar casi a diario ofreciendo ruedas de prensa. ETA, junto a sus voceros, junto a sus correligionarios, debería estar perseguida, acosada por la unidad democrática.

Mientras tanto, el inquilino monclovita vuelve a pronunciar la palabra accidente para referirse a un atentado con dos muertos. Es lo que hay. No se debe rascar más en la piel de toro. Es podredumbre de alma. Es basura intelectual. Es rendimiento pleno ante unos asesinos.

Primero fue el papelito de la vicepresidenta y ahora de nuevo el accidente. No es un lapsus. No pueden ser equivocaciones, derrapes mentales.

Dicen esas palabras con claridad y con sonoridad arrebatadora porque les hacen llegar mensajes a los violentos y no a la sociedad que ansía la paz, una paz unida, como no puede ser de otra manera, a la rendición de los asesinos en nombre de la ficticia patria vasca.

Qué pena produce tener la certeza de que el desastre no se llevará consigo (a través de las urnas) al hombre que más daño causa y ha causado a la democracia en España. Claro que me refiero a ZP. Qué pena.

Millones, muchos millones de españoles no quieren estar al lado de los que todavía no condenan la violencia. Y nos dirán de todo. Como siempre. Dirán que en el fondo queremos la guerra. Pero somos más que ellos, siempre seremos más que ellos. Y no somos guerreros. En esta historia de más de cuarenta años de perturbación etarra, hemos sido siempre las víctimas.

La democracia depende de nosotros. De nuestro coraje.

Lorenzo de Ara

aracipriano@hotmail.com