De entrada, no parece. Pero por unos momentos, sólo por unos momentos, sobre el Banco de Valencia ha revoloteado la idea genial de dejarlo caer.

Con un Rodrigo Rato, cabreado por la huida de José Luis Olivas de la Presidencia -huida hacia dentro de Bankia- con un Banco de España regido por el gobernador más desastroso de toda la etapa democrática, Fernández Ordóñez (MAFO), pendiente de la adjudicación de la CAM y, sobre todo, con una banca que, ahora sí, comienza a tener riesgo sistémico, por vez primera en el supervisor se ha barajado con el Banco de Valencia la solución posible para controlar la permanente crisis financiera -tanto de banca como de deuda pública- en la que nos movemos. Contra la crisis financiera: dejar quebrar a los bancos quebrados, pagar 100.000 euros a los depositantes y, de esta forma, conseguir que los banqueros se tomen en serio su trabajo. Es el modelo Lehman Brothers o, en España, si lo prefieren, el modelo Eurobank, donde se pagaron todas las deudas y se llevó a los tribunales a los directivos y propietarios responsables.

Pero las buenas intenciones duraron poco. En seguida se impuso el "aquí no quiebra nadie". Total, más dinero público para reflotar malas gestiones privadas y un agujero bancario que no deja de crecer.

Y así no salimos de la crisis. Otra oportunidad perdida.

Eulogio López

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