La ministra de Sanidad española, Elena Salgado, no sólo ha lanzado la ley que posibilita la aniquilación de embriones humanos más homicida del mundo (los embriones a eliminar son ilimitados), sino que insiste en paralizar cualquier iniciativa para la utilización de células madre adultas, que no embrionarias. Es decir, las células madre que no aniquilan ninguna identidad genética humana y que están mostrando su validez terapéutica sin efectos secundarios y sin rechazos.

Así, alegando una cuestión de competencia ha logrado paralizar el banco de cordones umbilicales que pretendía poner en marcha la Comunidad de Madrid.

La investigación y utilización permitida por cualquier doctrina, filosofía o corriente ética, y alentada por la Iglesia, de cordones umbilicales como células totipotentes para transplantes futuros, se puso de moda después de que los Príncipes de Asturias enviaran a un banco norteamericano el cordón umbilical de su hija, la Infanta Leonor, por si en un futuro pudiera necesitarlo para regenerar tejidos.

Pero a Elena Salgado no le basta: ella quiere, a toda costa, que se maten embriones humanos, la mayoría de ellos procedentes de la fecundación artificial. Así que ha hecho todo lo posible, no sólo para continuar con la matanza sino para convertirla en monopolio : por el momento, se niega a que haya bancos de cordones.

Con ello, el Gobierno Zapatero cierra la vía de investigación más prometedora en materia genética. Y todo ello por razones tan ideológica como homicidas.