"Pereceremos en un infierno", me dice mi quiosquero, representante de la clase media española. El hombre había visto en la tele al secretario general de Naciones Unidas, el inefable Ban Ki Moon (en la imagen), un señor enfadado con la humanidad -algo le habrá hecho- cuando anunciaba que nos vamos todos a freír espárragos por el calentamiento global del que, naturalmente, el hombre es el culpable.

No lo es. El hombre desertiza la naturaleza pero también la fertiliza. Y con la industria calentadora del clima resulta que hemos salvado del hambre y la miseria a millones de personas. Es lo que llamábamos progreso -no confundir con progresismo- y yo, al menos, me resisto a regresar a la  caverna.

El problema de los profetas del cambio climático es que le tienen bastante manía a la humanidad

La especialidad de los agonías del cambio climático, tipo Ban Ki Moon, unos tipos que, insisto, le han cogido manía a la humanidad ha cosechado un gran éxito de público a la hora de acongojarnos a todos. Ese mismo día monto en un taxi y le explicó a ese otro Juan Español que son los taxistas, que menudo frío que hace en Madrid. En seguida me responde que, en noviembre tenía que hacer mucho más frío y, sin solución de continuidad, aporta un dato científico al debate: "aquí, dentro de la ciudad, vemos el cielo abierto y pensamos que estamos bien, pero en cuando salgo a hacer un servicio a la periferia, y contemplas Madrid desde las afueras ves 'el hongo'". Creo que se refería a la contaminación pero no descarto que en su subconsciente evocara el hongo nuclear. Vaya usted a saber. Nuestro taxista, menos trágico que el quiosquero, confundía polución con contaminación. Y en polución, que es lo verdaderamente dañino para el hombre, la humanidad ha mejorado un montón.

Mire usted: que no le agobien. Cualquier fenómeno natural, por ejemplo una erupción volcánica, puede provocar calentamiento global, encima inmediato, que se puede volver frío invernal.

Además, las conclusiones de todo estudio 'científico' dependen del dogma del que parte. Los del calentamiento global, que más parece calentamiento mental, tienen las orejeras puestas en el salvamento del planeta, no en el salvamento de la humanidad, a la que tiene bastante manía, como creo haber dicho antes. Para Ban Ki Moon, el causante de todos los males es el hombre, ser extraordinariamente pérfido, aunque él será, con sus viajes por todo lo largo y ancho de este mundo, uno de los que más contribuyan a dicho calentón.

Todos los cálculos sobre calentamiento global futuro olvidan que el hombre no puede controlar el universo por muchas variables que maneje y prevea. Pero sí puede, en nombre de la Madre Tierra -la diosa Gaia-, fastidiar, enervar y aterrorizar a sus habitantes aquí y ahora. Es lo que hace Ban Ki Moon y toda la patulea ecopanteísta que nos rodea.

Para mí, que mucho más científico es confiar en la Providencia que en los informes ONU. Y que mucho más importante es salvar al hombre de hoy del hambre y de la miseria que al planeta del mañana. Al planeta hay que explotarlo sin liquidarlo. Y no porque no deba ser liquidado, sin porque lo necesitamos para las próximas generaciones... de personas. Sólo por eso.

Eulogio López

eulogio@hispanidad.com