Solbes tiene un problema con el petróleo. Previó un precio del barril de 35 dólares y evidentemente se equivocó. Todavía los expertos petroleros se preguntan en qué se basó el vicepresidente para realizar semejantes previsiones. El alza del crudo puede lastrar todavía más la deteriorada balanza exterior.

Pero también afecta a la evolución de los precios. El IPC del mes de julio conocido en la mañana del viernes arroja una subida de dos décimas como consecuencia de los carburantes. Estos últimos arrojan una interanual del 14,8%, es decir que siguen en niveles de escalada de 2004.

Sin embargo, no es el único factor inflacionario. La desorbitada carrera alcista de los precios de hoteles, bares y cafeterías y la vivienda se han convertido también en el tendón de Aquiles. Por contra, las telecomunicaciones y la cultura ayudan a rebajar la tensión sobre los precios. Preocupante también la situación de algunas provincias españolas como Jaén o Badajoz donde se presenta inflación negativa, un signo claro del declive económico de estas zonas.

La inflación general resta competitividad a nuestras producciones y acentúa el desequilibrio en la balanza exterior. Un círculo vicioso que contrasta con la buena evolución del crecimiento económico que se sitúa en el 3,4%, 2,2 puntos por encima de la media comunitaria.