Como ya aclaramos en Hispanidad, uno de los enemigos de Madrid 2020, el alemán Thomas Bach, se ha hecho con la Presidencia del Comité Olímpico Internacional (COI).
Desgraciadamente, no ha salido el puertorriqueño Richard Carrión quien, a pesar de su condición de banquero, al menos sigue creyendo, algo, en el espíritu olímpico, de deporte y superación, y no el olímpico negocio en que se han convertido los juegos.
Lo cierto es que Bach luchó contra Madrid 2020 porque quiere Berlín 2024, y la norma no escrita es cambiar de continente en cada convocatoria olímpica. No, lo peor es que Bach concibe los juegos como un negocio. Ya lo son en un 90%. Me temo que, con el alemán, lo serán al 100%.

Asegura Bach que va a abrir el corazón, quizás por el hecho de que tiene cerrada la cartera. Pero, si quiere hacer lo que promete, lo primero sería liquidar el voto secreto de los miembros del COI y la subasta a las multinacionales para hacerse con la provisión de cada convocatoria olímpica.

El dinero corrompió el fútbol y ha corrompido las Olimpiadas. Por ahí es por donde debe empezar el señor Bach. Me temo que no es su intención.

Eulogio López

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