Habrá que insistir en que el principal enemigo político de Mariano Rajoy es su propio partido.

Y no se fían del hombre que les llevó a La Moncloa por mayoría absoluta hace apenas siete meses. Quizás porque lo que ocurre en este comienzo de siglo no ha ocurrido antes y al bueno de Mariano se le ve más despistado que un pulpo en un garaje.

Ahora bien, hace mal la vieja guardia en alentar la ambición de José María Aznar, siempre dispuesto a ayudar a la patria. Pero también haría bien Rajoy en comenzar, por una vez en su vida, a creer en algo y no conformarse con mantenerse en el poder el máximo tiempo posible, el único ideario, y hasta ideología, que se le conoce.

Eulogio López

eulogio@hispanidad.com