Los hijos se tornan contra sus progenitores y les hostigan, les dan órdenes o les extorsionan. Aumentan las acusaciones de hijos contra sus progenitores. Nos podemos preguntar: ¿Tienen influencia los padres

Permanece un significativo vacío legal al suprimir el artículo 154 del Código Civil que establecía "que los padres podrán corregir razonable y moderadamente a los hijos". El vástago está supeditado a la patria potestad, por su corta edad.

Los papás no sólo no castigan, sino que abandonan sus deberes formativos. "Los motivos pueden ser diversos: que los alternes de los progenitores hoy son más difusos o porque les faltan recursos". Los chavales están dejados al amparo de la instrucción televisiva o de los videojuegos.

"Nos podemos preguntar: ¿cuántas televisiones tienen los niños en su cuarto, o cuántos ordenadores con conexión a Internet, o quién supervisa las conexiones que han realizado". "Lo que están aprendiendo es que ante cualquier estímulo, que no les gusta, responden con violencia", asevera el psiquiatra del Hospital Infantil Niño Jesús.

Los progenitores no sólo tienen derecho a castigar a los hijos, "sino que están obligados a la ejecución del castigo".

Subsisten padres con hijos de 30 años que aún habitan en el hogar de sus progenitores, sin una ocupación laboral ni proyecto de vida. Lo grave de la situación es que los padres entienden que le están haciendo un "bien" a su hijo "protegiéndole" de los problemas a los que todos, tarde o temprano, nos tenemos que enfrentar".

S. Ruth Kempe, profesora de Pediatría y Psiquiatría en la Universidad de Colorado, es la investigadora que más ha estudiado sobre el maltrato infantil, asegurando que "el maltrato es la diferencia entre el cachete o la señal de los dedos de la mano en la cara". "El problema se presenta cuando el cachete es la única forma de comunicación para el padre, o cuando el hijo solo tiene una única forma de comunicación basada en la amenaza y la agresión". "Los padres no se pueden dejar chantajear. En ese mismo momento el padre debe coger al niño y llevarlo a la comisaria o ante el juez", afirma Kempe.

Enseñar a los retoños no es fácil pero tampoco es un trabajo que haya que acometerse, forzosamente, en solitario. "Aunque el respeto, el afecto y la empatía, son cosas que se deben aprender dentro del ámbito de la familia de forma natural, casi por contagio, no está de más ilustrarse al respecto".

Para la labor de educar a un crío hace falta autoridad, sin autoritarismo, de firmeza, sin rigidez, y, de normas, sin leyes. Y lo que es más importante, comprensión sin compasión, en caso contrario estaríamos equivocados en la orientación de la autoridad paternal.

Clemente Ferrer
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