Hasta ahora se lo decía a sus íntimos. Pero ahora ya se ha convertido en un verdadero ariete. El ex presidente Felipe González criticaba en la mañana de este viernes los riesgos que el Estatut entrañaba para la vertebración eficaz del Estado. En línea parecida se manifestaba también el ex presidente Aznar, que afirmaba que el Estatut tendría consecuencias directas sobre las cuentas corrientes de los trabajadores.

La vicepresidenta del Gobierno, Mª Teresa Fernández de la Vega, no ha querido entrar en ese debate y se ha limitado a afirmar el respeto a la decisión del Parlamento catalán y la escucha de todos aquellos expertos que hayan manifestados sus opiniones sobre la reforma estatutaria. Es decir, De la Vega, no ha querido expresamente manifestarse sobre las opiniones de los ex presidentes, porque las considera indignas de ser valoradas. Así lo ha sugerido en el corrillo posterior a la rueda de prensa del Consejo de Ministros.

Y es que aunque el PSOE es aparentemente un partido cohesionado, el Estatut ha dividido seriamente al partido. Bono, hace la guerra por su cuenta e insiste en que sólo hay una nación llamada España. Su alter ego en Castilla la Mancha, Barreda, firma un texto de rechazo del Estatut con el PP. Y por supuesto, Guerra y González conspiran con Rajoy incluido para dar marcha atrás a este texto.

González ha salido del armario y ha elevado el debate a la enésima potencia. Ya había advertido a Zapatero que cuando se mete la pata hay que sacarla. Y puso como ejemplo su rectificación sobre la OTAN. Pero claro, los que vienen de nuevas no quieren escuchar la voz de la experiencia, señalaba Felipe en Jaca a los militares y civiles reunidos en el seminario sobre seguridad. Jaca estaba un poco lejos, pero Gobelas, su despacho madrileño, se encuentra más cercana a Moncloa. Y desde ahí el ex presidente ha preparado toda una estrategia para salvar los muebles. Por sentido de estado, porque al fin y al cabo, Felipe González es un hombre de Estado.

Por eso las críticas de Rajoy se dirigen ahora a Zapatero y no al partido. Y por eso Rajoy sugirió aquello de venga Vd., Sr. González. Felipe está en guerra y cuenta con pleno apoyo del PP. Y el PSOE está incómodo, acorralado. Quizás por eso, De la Vega, prefiere no contestar.