Es lo que más temía el Gobierno Blair y comienza a suceder. Ciudadanos británicos que no entienden de sutilezas han comenzado a insultar o incluso a atacar a musulmanes residentes en aquel país. El nerviosismo es tal que bastaría una chispa para convertir lo que hasta ahora ha sido un respeto notable de los británicos hacia los musulmanes en un acoso, producto de la rabia.

Además, la histeria no ha disminuido. El Gobierno Blair no está dispuesto a que nadie baje la guardia y en lugar de tranquilizar a la población afirma que puede haber nuevos atentados. En la mañana del martes, artificieros de la policía explosionaban una bolsa sospechosa y las falsas alarmas cunden en distintas ciudades.

Mientras tanto, oficialmente continuamos con los 70 muertos como cifra probable de muertos. El cerrojazo informativo se mantiene, y a nadie parece molestarle.