Sr. Director: Con el asesinato del gobernador del Punjab, Salman Taseer, no sólo se ha silenciado al único valedor de la cristiana Asia Bibi, condenada a muerte por blasfemia (por ser cristiana) en Pakistán, sino que también ha servido para acallar a todo político paquistaní que intente o sopese pronunciarse contra una ley que en Occidente nadie duda en calificar de medieval.  

Asia Bibi, su familia y los cristianos en Pakistán se encuentran ahora más indefensos si cabe en un Estado en el que la clase política mira para otro lado y los occidentales, además de eso, callan como mochuelos.

Jesús Martínez Madrid