El portavoz parlamentario del Partido Nacionalista Vasco (PNV) en el Congreso de los Diputados, Josu Erkoreka, asegura que sólo trabaja para Euskadi… desde el Congreso de los Diputados.

Hace hincapié en ello, mirando hacia la parroquia nacionalista. Pues muy mal, señor Erkoreka. A usted le pagamos todos los españoles para promulgar leyes que afectan a todos los españoles, no sólo a los empadronados en Euskadi. ¿O es que cuando aprueba o desaprueba una norma laboral no afecta a los extremeños igual que a los vascos? Si usted sólo trabaja para los residentes en Vascongadas debe estar en el Parlamento vasco, no en el Congreso español.

Dicho esto, que es lo que cabrea al conjunto de los españoles de los nacionalistas, lo cierto es que tanto PNV como CIU hablan de política industrial, lo que omiten los dos partidos mayoritarios, PP y PSOE, los llamados nacionales, para los que al parecer la mejor política industrial es la que no existe. No hace falta recordar que aquellos países que como Alemania y Francia, han cuidado sus empresas, son los que con más soltura están superando la crisis gracias a su potencial exportador. Aquí, por el contrario, parece que las empresas nos queman en las manos y estamos deseando venderla a una multinacional para hacer liquidez.

Por otra parte el diario La Razón ha publicado un espléndido porcentaje sobre el imparable aumento de los divorcios en España, que se han multiplicado desde la ley de divorcio express, imagen acuñada por Hispanidad y que ha hecho fortuna. Fue la norma de 2005, cuando la entonces vicepresidenta primera y jefa del lobby feminista, Teresa Fernández de la Vega -quien se ha negado a participar en la campaña de Rubalcaba- soltó la medalla de oro en otra de las barbaridades políticas y, ya de paso, antropológicas: a nadie hay que pedirle razones para divorciarse. ¿Cómo que a nadie hay que pedirle razón de por qué no cumple el compromiso básico para la sociedad: la del matrimonio y la familia? En la España invertebrada de ahora mismo es posible romper cualquier pacto e irse de rositas, menos el único compromiso que hay que pensarse tres veces antes de incumplirlo.

De esas palabras de Fernández de la Vega se derivan todos los desastres: baja natalidad, lucha de sexos, infidelidad y una antropología desmoralizadora de la sociedad española. Es lo que ha generado la España tristona, abotargada, incapaz de comprometerse con un ideal. Vamos, la España del Zapaterismo que no cree en ella misma porque ya no cree en nada. Pero no se crean que el Partido Popular es el revulsivo contra la tristeza: Rajoy ha jugado el papel de gestor, no de presidente. En estas cuestiones, como la vida o la familia, las llamas cuestiones 'sociales', no entra.

Divorcio express, la razón.

El terrorismo entra en campaña, las pensiones también, la corrupción no tanto, ahora es Urdangarín

Las víctimas de ETA tienen un cabreo que no se lamen con el lehendakari Patxi López. Empeñado en hablar de las "víctimas policiales". "A bodas me convidan", han debido pensar los etarras. Eso, más que equidistancia, míster López, es un poco de pitorreo. Pero el caso es que el terrorismo ha entrado en campaña electoral, a pesar de que se había pactado que no sería así.

Y también ha entrado en campaña las pensiones, a pesar de que el pacto de Toledo dice justamente lo contrario. Lo que no ha entrado en campaña, bueno sí, lo introdujeron los populares Arenas y Sáenz de Santamaría, antes de dar a luz, razón por la que le felicitamos con entusiasmo.

Bueno, sí, en plena campaña ha surgido el asunto del yerno real, pero más parece querer tapar la presunta corrupción del presunto ministro José Blanco que otra cosa. En cualquier caso, ¿por qué hay temas intocables en campaña electoral?

Eulogio López

eulogio@hispanidad.com