El lehenkakari Ibarretxe miraba este domingo de reojo el referéndum de Montenegro. Es la consulta con la que siempre había soñado. Y desde el entorno del nacionalismo, Montenegro ahora y antes Lituania se ponen como ejemplo de que es posible crear nuevos estados en el seno de la Unión Europea. Un pelín ajustado, porque aunque el resultado arroja cuatro décimas más de lo exigido por la UE, no parece que goce de un apoyo mayoritario de la población.

En todo caso, se trata de cuestiones diferentes. En el caso de Montenegro, señala el portavoz de Exterior del PP, Gustavo de Arístegui, se trata de un país que siempre fue independiente, que nunca fue parte de Serbia y que formaba parte de la federación de países que formaban la antigua Yugoslavia. Así que le lanza un mensaje al consejero vasco de Justicia: Falta rigor en su análisis que forma parte del delirio y de una profunda equivocación.

Y por si no había quedado suficientemente claro, recuerda la sentencia del Tribunal Supremo de Canadá en la que señala que para que Quebec se independizara haría falta una mayoría clara y consultar al resto del país. Una doctrina que ha puesto fin a los referenda sucesivos realizados con la intención de lograr la independencia de la región autónoma. Y una sentencia que en caso de aplicarse en España pondría fin también a los permanentes devaneo de los nacionalistas.