Se abre la guerra entre los justicialistas para controlar el país. Pocos esperan que Cristina Fernández aguante hasta las elecciones de finales de 2011. Eduardo Duhalde, el Frankenstein de los Kirchner, podría retomar el poder. Otros tres personajes aspiran a la Casa Rosada: Daniel Scioli, Mauricio Macri y Julio Cobos. Argentina necesita una cura de moral, una regeneración nacional  El ex presidente argentino, Néstor Kirchner, falleció este miércoles tras sufrir un infarto. Con la muerte del marido de la actual presidenta, Cristina Fernández de Kirchner, desaparece también el poder actual en el peronismo, poder siempre cambiante. Es sabido que la imposibilidad de repetir un tercer mandato no es un obstáculo para gobernar por persona interpuesta, por ejemplo, el cónyuge. De hecho, antes del fallecimiento, en Buenos Aires se especulaba con la posibilidad de que Néstor sucediera a Cristina, en lo que podríamos llamar una curiosa alternancia presidencial.  
Pocos esperan que Cristina Fernández logre aguantar el mandato hasta las próximas elecciones en otoño de 2011 y muchos menos que pretenda renovar. De hecho, lo que se espera en medios políticos argentinos es su dimisión. La consecuencia inmediata es la apertura de una guerra en el seno del peronismo para hacerse con el poder en el país. Cuatro son los nombres que se barajan: el ex presidente Eduardo Duhalde, precisamente mentor de Néstor Kirchner, pero que ahora mismo estaba enfrentado a la pareja presidencial. En segundo lugar, el vicepresidente Julio Cobos (Partido Radical), que ni tan siquiera se habla con doña Cristina. También destacan la mano derecha de Kirchner, gobernador de la provincia de Buenos Aires, Daniel Scioli, y Mauricio Macri, alcalde-gobernador de Buenos Aires.
Lo peor de los Kirchner no es su tendencia a la cleptomanía sino la desmoralización que han provocado en el país. La han emprendido contra los medios informativos, contra la justicia, contra la inversión empresarial y contra la Iglesia. La Argentina de los Kirchner ha aumentado la corrupción hasta límites desconocidos y Buenos Aires ha pasado a ser una de las capitales más peligrosas de toda Hispanoamérica.
También se ha disparado la violencia institucional, con enfrentamientos entre sectores peronistas. Hay que recordar que en el Justicialismo argentino caben desde la extrema izquierda a la extrema derecha. El demagógico coqueteo de los Kirchner con elementos radicales de la política y el sindicalismo argentinos, así como el lanzamiento al estrellato, también económico, de la peligrosa pro-terrorista Hebe de Bonafini han generado un país sumido en la desconfianza y con un alarmante nivel de pobreza, parejo al enriquecimiento del matrimonio gobernante. Argentina necesita un cura de moral, una regeneración ética: ¿quién puede capitanear esa regeneración? 
Julio Cobos podría ser un buen elemento, pero no pertenece al peronismo sino al denostado Partido Radical. Eduardo Duhalde lucha contra su pasado y, además, representa alguno de los peores vicios del aparato peronista. Mauricio Macri parecía la gran esperanza pero su acceso al poder en la capital federal ha coincidido con su deserción en materias como el derecho a la vida o la familia natural. Scioli no es mala gente, pero ha sido uno de los mejores peones de los Kirchner.  
Un detalle sobre los últimos días de Néstor Kirchner ofrece una idea sobre la personalidad del diputado argentino (diputado, aunque seguía siendo el verdadero poder en el país). Ingresado por sus problemas coronarios, que ahora han acabado con su vida, el cardenal Jorge Bergoglio le envío un sacerdote al hospital por si quería recibir los últimos sacramentos. Ante los periodistas, su secretario salió y le espetó al cura: "Aquí no se le necesita, aquí nadie se va a morir".  
Mariano Tomas
mariano@hispanidad.com