Sr. Director:
Yo estaba allá el 26 de julio 1952, fecha en que murió Eva Perón. Después he visitado varias veces el país argentino.

Quedan en mi memoria imperecederos recuerdos de la época peronista, algunos de los cuales deseo trasladar a los lectores de la revista digital "Hispanidad", con motivo del 60 cumpleaños de aquel día.

La prensa uruguaya, vigía permanente de la situación a la otra orilla del Río de la Plata, señaló en aquellos años que el general en su segunda viudedad había cometido sus mayores errores políticos, lo que achacaba a no disponer ya a diario de la influencia de Evita a la hora de gobernar. No era la tesis periodística un juicio de valor cualquiera, sino un real sentido de la vida peronista con gran conocimiento de los entresijos de la Casa Rosada. En la fraseología se atribuye a Perón: "Evita fue un producto mío", aunque la frase fuera lanzada quizás por sus amiguetes deseosos de que no prosperasen las ideas antiperonistas uruguayas. No cabe aquí un recuento de los errores que llevarían al exilio a Perón. Anotemos quizás como el mayor el intento fallido de divorciar al católico pueblo argentino de la Iglesia.

Evita era rabiosamente totalitaria, y de Perón. Semanas faltaban para que el cáncer consumiera a la "Jefa espiritual de la Nación", título que quisieron 'se llevara' al otro mundo, la oí un discurso tremendo: "ni un solo ladrillo del país ha de quedar sin ser peronista". Años después soplaban otros vientos, que yo quise ver en un viaje de Madrid a Buenos Aires. Mi curiosidad quedó resuelta al agregarme, con ese fin, a un grupo turístico. El guía profesional desconocía la historia del reloj del Ministerio de Trabajo, en el que Evita fue secretaria, cuyas agujas, los años que Perón aun permaneció en el Poder, fueron inmovilizadas en "las 20,25, la hora en que Eva Perón entró en la inmortalidad", sonsonete obligatorio de los telediarios argentinos.

Los españoles recordamos con gratitud la ayuda económica, y hasta diplomática -eran otros tiempos-, que dieron a España en los años 40, el General y su esposa Evita Perón. Actitud tan lejos de la seguida por otra peronista, la actual presidenta argentina Cristina Fernández.

Ginés Alcaraz Garrido