Su profundo dolor por las víctimas del 7-J no les impidió a los grupos gays personarse en el Ayuntamiento de Madrid y con mucha elegancia: esta vez, no como ocurriera en Barcelona, en Oviedo o en París, los homo no intentaron profanar la Catedral. Para que luego digan

La coincidencia sí existe, la casualidad no. Es decir, que, por pura coincidencia, se encontraba allí una unidad móvil de Radiotelevisión Española y un comando de acción rápida de la Cadena SER, quienes dieran cuenta en servicios informativos audio y audiovisuales, de que el cardenal arzobispo de Madrid, Antonio María Rouco Varela, no tuvo ni el detalle de salir a recibirles para recoger de sus inmaculadas manos unos cuántos cientos de miles de millones de apostasías fulminantes. La Iglesia, ya los saben, sufre un déficit de tolerancia importante y no guarda las formas, que son, como todo el mundo sabe, la esencia de la democracia.

Entre los cientos de miles de millones de firmas de la brown revolution, al menos un 25% de los apóstatas tenía un apellido que empezaba por zeta, y no, ninguno era Zapatero. Y esto tiene su enjundia, dado que Zapatero no está por la apostasía, ni por la herejía (esta última requiere pensar) sino por el cisma. Su ansia infinita de paz y su preocupación por el mejoramiento de lo humildes, así como la alianza de civilizaciones, sin duda le significan como uno de los futuros candidatos al solio pontificio. Y como pueda, el cardenal Zerolo le vota, vaya que sí. Y el obispo Gallardón, le apoya, seguro.

Pero volvamos a lo nuestro. Ustedes pensaban que la apostasía era una cuestión de conciencia, interna (recuerden, la belleza está en el interior). Pues no señor. La Cadena Ser, los chicos de Polanco y Janli Cebrian, se encargaron de recordarnos que lo que los pobres gays pretendían es que se borrara su nombre de la lista de bautizados, según la ley de de Protección de Datos, porque estos chicos son de los más legales. De paso le echan su apostasía encima al señor obispo en toda la crisma, por no recibirles, y no le echan, además, a las Fuerzas y Cuerpos de seguridad del Estado por muy poco. No me cabe la menor duda de que el Fiscal General del Estado, Cándido Conde-Pumpido, obligará al obispo, ¡ah pérfidas sotanas!, a demostrar que ha borrado a los varios cientos de miles de millardos de millones de trillones de apostatas, cuyo apellido, en un 25% de los casos, comienza por Z y no es Zapatero. Y lo que dijo la SER: los hombres (sin ánimo ofender, palabra) Zeta estaban muy enfadados porque a ver: ¿qué cosa más importante tenía que hacer el cardenal que recibirles a ellos, que habían ido allí con la inocente intención de apostatar, inermes, con la sola compañía de las cámaras de Zapatero, un hombre de talante, y los micrófonos de Polanco, un hombre de menos talante pero muchos más euros? ¡Señor, Señor, cuánta crueldad anida entre las sotanas!

Me encanta la palabra apóstata: tiene fuerza y al mismo tiempo se presta a la coña marinera. Una combinación perfecta. Y muy apropiada a este patio de comadre en que se ha convertido la antaño recia Villa y Corte. En el país del melodrama nadie renuncia a la puesta en escena, y eso es comprensible. Ahora bien, cuando uno comprenda que la TV pública y la cadena de radio privada más oída espero que no más escuchada- del país se prestan a estas pantomimas, una de dos: o nos hemos vuelto todos locos o sufrimos de enajenación transitoria. Porque mire usted, esto de retrasmitir apostasías a través de los más importantes medios de comunicación, narradas por los más famosos locutores de España. ¿O será que nos hemos vuelto gilipollas? Que Zerolo nos ayude.

Eulogio López