Así se cuenta la historia. Con escasa diferencia de días, el semanario argentino Veintitrés ha publicado una entrevista con Antonio Mata, presidente de Aerolíneas Argentinas (AA), propiedad de Air Comet, propiedad del Grupo Marsans (liderado por Gonzalo Pascual y Gerardo Díaz), mientras un diario español publicaba otra interviú con el mismo personaje. "Feroz" la entrevista española. Lo más fuerte es la entradilla: "En octubre de 2001, la SEPI adjudicó al Grupo Marsans Aerolíneas Argentinas, una compañía en quiebra y con un futuro muy incierto. Hoy, la situación es radicalmente distinta. Con sus cuentas saneadas se prepara para salir a Bolsa. Sus accionistas afrontan nuevos retos empresariales".

 

Primero, la empresa no estaba quebrada, ya que había sido privatizada (y antes sustentada, con una aportación próxima a los 2.000 millones de dólares) por la propia SEPI.

 

Segundo. Resulta un poco complejo saber si la compañía está saneada. Para ello debemos hacer un acto de fe en Pascual, Díaz y Mata, dado que las cuentas oficiales del ejercicio 2002 están impugnadas por el propio Gobierno Kirchner ante la Justicia, mientras que las del ejercicio 2003 lo único que sabemos es la nota de prensa emitida por el propio Mata. Cifras oficiales, ninguna. Y lo más terrible no es eso. Lo peor es que sus accionistas se dispongan a afrontar "nuevos retos empresariales", porque eso supondría hacer realidad lo que muchos argentinos temen: que el paso de Marsans por Aerolíneas resulte sospechosamente fugaz. La entrevista de Veintitrés es bastante más profunda y merece comentario aparte. Porque aquí se están dando dos discursos: el exhibido por Mata en el diario español y el que profiere en el semanario argentino. Este último, desde luego, no podría repetirlo en España.

 

Veamos. El Estado español, a través de la SEPI, regaló Aerolíneas a Marsans en octubre de 2001, pues era una patata caliente que le quemaba en las manos. La eterna historia, que ha marcado la economía de Occidente durante la segunda mitad del siglo pasado, de que el sector público no sabe gestionar y que el dinero de todos no es dinero de nadie o, lo que es peor, es dinero de los demás. Y así suele ser, pero todavía hay algo más peligroso que una empresa pública: una empresa privada gestionada con fondos públicos.

 

No sólo eso. El Estado español regaló 758 millones de dólares de dinero público español a Marsans para el reflotamiento de Aerolíneas. Ahora bien, supuesto, y no admitido, que el tal reflotamiento se haya llevado a efecto, lo cierto es que esos 758 millones iban destinados a pagar las deudas o pasivos de Aerolíneas (300 millones), y el resto a renovar la flota y lanzar un plan comercial. Insistimos: no sólo se regaló Aerolíneas, sino que se le ofreció el dinero para reflotarla con inusitada generosidad (los 458 millones restantes).

 

Pues bien, por de pronto, el concurso de acreedores que no debería haber presentado problema alguno, dado que 300 millones de dólares bastaban para pagar a todos los acreedores bancarios (por ejemplo, BBVA), proveedores de combustible (por ejemplo, Repsol YPF) y minoritarios. Está recurrido en los tribunales argentinos. La causa es muy sencilla y, como por la boca muere el pez, damos la palabra al propio Mata.

 

Pregunta el periodista de Veintitrés a Mata:

- La impugnación (de las cuentas) la hizo el Ministerio de Planificación (argentino) porque el grupo Air Comet, dueño de Aerolíneas, se había quedado, por sus aportes, como el principal acreedor de la compañía.

 

Respuesta de Mata:

 

-No, no. Eso está distorsionado. Es decir, Air Comet es uno de los acreedores de la convocatoria. Y de esos pasivos que compró ha perdido, como cualquier acreedor, el 60%.

 

Pero hombre, señor Mata, que la SEPI no le dio dinero para que se lo quedara Air Comet (filial de Marsans y propietaria de Aerolíneas), sino para que pagara las deudas de AA, y punto. Directamente, sin subrogarse nada. De otra forma, tendremos que sospechar que usted sólo quería dejar a los acreedores pequeños en fuera de juego (cobrando un 40% de lo que realmente se les debía) y, además, endeudar Aerolíneas en lugar de liberarla de deudas. Lo que ocurre es que, según sus acusadores, usted se convirtió en el acreedor mayoritario, con ello consiguió una impresionante quita del 60% y dividió a los acreedores en dos. Por un lado, a los grandes, como Repsol o BBVA, a quienes les pagó el cien por cien. Es más, ni tan siquiera les pagó con el dinero destinado a tal fin, sino endeudando a Aerolíneas. Por contra, los pequeños se han tenido que conformar con el 40%. Por eso, están cabreados y, por eso, le han llevado a los tribunales. Debería ser la SEPI la primera en intentar esclarecer que el dinero público español se dedica a los fines para los que fue concedido pero, al parecer, no.

 

Pero, es que hay más. En la Argentina, le preguntan a usted por aquello que, al parecer, nadie (salvo la diputada del PSOE, Arancha Mendizábal, en el Congreso de los Diputados) le pregunta en España, quizás porque Viajes Marsans es un importante inversor publicitario. Le preguntan dónde fue a parar el dinero del reflotamiento. Y, entonces, con encomiable simplicidad, Mata responde: "La SEPI no desembolsó nada en Aerolíneas Argentinas ni era dinero para Aerolíneas Argentinas, era el dinero (los 758 millones de dólares) que puso a disposición del comprador."

 

Esta entrevista debería mostrarse a sus señorías en el Congreso de los Diputados. ¿Así que la SEPI, es decir el Gobierno Aznar, puso "a disposición del comprador", es decir, de Mata, 758 millones de dólares así, por las buenas, sin prefijar el destino que debía darse a ese dinero público? Pues mire, así, al pronto, parece difícil de creer. Con esas palabras se puede llevar al Estado español a los tribunales. Es más, contradice lo declarado por el entones presidente de la SEPI, Ignacio Ruiz-Jarabo, en el Parlamento español, donde no sólo recordó los objetivos a los que debía destinarse ese dinero, sino que, incluso, prometió que desde octubre de 2001 no se había liberado ningún fondo de los 758 millones, si no fuera con destino prefijado de antemano, fuera para pagar deudas o para relanzar comercialmente la empresa.

 

Y así, con dos discursos diferentes, el de Mata en la Argentina y el de Mata en España, la historia continúa. Nadie sabe en qué se han empleado los 758 millones de dólares (el nuevo presidente de SEPI, Enrique Martínez Robles, tiene ahí algo que investigar sobre la gestión de los populares en la empresa pública) destinados a salvar la compañía de bandera argentina. Y también desconocemos los estados contables de Aerolíneas, salvo que, claro está, se fíen ustedes de Gonzalo Pascual, Gerardo Díaz y Antonio Mata.

 

El nuevo Gobierno Zapatero, por el momento, no entra en la cuestión. Aunque debería darse prisa, porque Marsans está en campaña: en campaña turística y publicitaria de verano, queremos decir.