Las elecciones en el Colegio de Abogados de Madrid se celebran el próximo 14 de diciembre

La batalla se libra entre el ‘apadrinado' de Garrigues, Hernández Gil y Javier Cremades a los que muchos consideran un ‘bluf'. Luis Martí no ha señalado a su sucesor. Atentos a los abogados del turno de oficio: son muchos y organizados. Ninguno de los candidatos reivindica el crucifijo tras la tormentosa reunión de hace un año y medio.   Como siempre, cada vez que hay elecciones en el Colegio de Abogados Madrid, Garrigues envía una carta a todos sus abogados ‘informando' sutilmente sobre su candidatura. Pero esta vez se le ha ido la mano de la sutileza. Está nervioso y se nota. El pasado 20 de noviembre remitió una carta a todos sus abogados en donde manifiesta que la opción más "objetiva" es la de Antonio Hernández Gil.

Jamás Garrigues se había posicionado claramente a favor de uno de los competidores. Quizás por eso el resto de los despachos grandes que siempre le han acompañado, han empezado a hacer ejercicio de cintura y no apostar por ninguno. Primera novedad: se rompe el pacto de los grandes. Garrigues tiene candidato. El resto de los despachos grandes, no. "Forma parte de la libertad de cada abogado que puede votar a quien quiera", señalan a Hispanidad fuentes oficiales de Cuatrecasas.

Por otra parte, a los abogados, profesionales capacitados, nunca les ha gustado que les digan qué tienen que votar. Y menos si -como ocurre- lo hacen con falta de estilo. Así que la incomodidad en la casa es mayúscula. Y ya lo máximo es que en la candidatura de Hernández Gil vaya José María Alonso, que "no es precisamente la persona más querida de la casa", aseguran algunos ‘garrigues'. Los más perversos aseguran que Alonso -al que le queda año y medio para jubilarse- "quiere ser presidente de algo". Si los vanidosos volaran, no se vería el sol.

Con todo, lo más preocupante es el párrafo en el que Garrigues reconoce abiertamente utilizar el colegio para la defensa de sus intereses. "Además de una obligación moral, resulta especialmente conveniente para nuestra firma, teniendo en cuenta el papel del colegio en la regulación y solución de distintos aspectos que afectan a nuestra profesión, lo que en nuestro caso, tiene una particular importancia, dado nuestro tamaño". O dicho de otra manera: nosotros siempre hemos mandado en el colegio, que es nuestro coto de caza al que no vamos a dejar entrar a primerizos. Es la utilización de los órganos colegiales para los beneficios privados, la consolidación de la oligarquía. O sea, aquello del empresario americano cuando conoció a Garrigues padre: "Ah, es usted una persona, yo creía que Garrigues era un impuesto porque estaba en todas mis inversiones de todas mis empresas".

Hay quien piensa -sin embargo- que Garrigues no hace campaña por Hernández Gil sino en contra de Cremades. ¿Por qué? "Cremades es un bluf, es conocido en el sector como el ‘suflé': mucha imagen, pero detrás no hay nada", señala a Hispanidad un letrado de un gran despacho. Lo peor es que el actual decano, Luis Martí, no ha tomado posición por ninguno de los dos en liza. Y eso genera mucha incertidumbre.

Con todo, posiblemente termine por vender la Asociación de Letrados del Turno de Oficio (ALTODO). Son varios miles, están organizados y les va en ello su ‘modus vivendi'. La negociación de las remuneraciones y de la organización del turno de oficio se realiza desde el colegio. Así que a falta de encuestas que ninguno de los dos candidatos ha realizado ni publicado, lo más probable es que sea el candidato a decano de ‘Altodo', Santiago Luengo Martín, el próximo decano del Colegio de Madrid. Anoten ese nombre: Santiago Luengo Martín. Eso, si no es que consigue que algunas de las dos candidaturas asuma sus reivindicaciones. Y no parece que haya mucho tiempo. Habida cuenta de la escasísima participación en las elecciones colegiales, cualquiera que tenga un verdadero interés (legítimo) y esté debidamente organizado (y lo están), se lo lleva.

Más. Hace cerca de año y medio, el Colegio de Madrid vivió una profunda convulsión a cuenta de una propuesta de un grupo minoritarios de abogados para retirar el crucifijo del Colegio. El asunto quedó en tablas, pero todos quedaron con la escopeta cargada. Aparentemente el caso está resuelto y la polémica está cerrada. Hasta que se vuelva a abrir. Y ninguno de los tres candidatos ha propuesto mantener el crucifijo, el único tema que ha despertado al aletargado colegio. Hernández Gil no ha dicho nada, pero su padre retiró el crucifijo del Consejo de Estado. Él no es su padre, pero es su hijo. Por su parte, Cremades no ha abierto la boca sobre este espinoso asunto. Tampoco lo ha hecho Santiago Luengo. Todavía queda tiempo.