El presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, se ha convertido en el objeto favorito de pitorreo en las mesas de operaciones y entre los analistas bursátiles.

Cuando en el martes negro, es decir, anteayer, la Bolsa se hundía porque los ataques de los especuladores, tras Grecia, iban dirigidos contra España, aparece Zapatero ante las cámaras. Eran las 13,00 horas. Pues bien, tras sus reconfortantes palabras, el mercado se hundió definitivamente en la segunda jornada más negra del año. Se hundió el Ibex mucho más que cualquier otro índice e incluso vivimos la experiencia -¡Cuánto honor!- de influir en Wall Stret -nosotros en ellos, no ellos en nosotros- naturalmente, una influencia bajista.

Y es que ZP ya no es un presidente, es un objeto risible y cachondeable. Todo quisqui se ha enterado de esto, menos él. Quizás por ello, y como el sentido de las proporciones no es su fuerte, acaba de asegurar, sin despeinarse, que España está en la Champions League de la economía mundial. Y se quedó tan ancho. Hay que reconocerle algo al inquilino de La Moncloa: no le tiene miedo al ridículo, porque cae en él de continuo... y persevera.

Un consejo: no les voy a decir que esperen algo de ZP, porque ustedes ya saben que no pueden esperar nada. Pero tampoco de Mariano Rajoy, cuyo único pacto con el Gobierno ha consistido en destrozar las cajas de ahorros, soporte de nuestro tejido industrial. El consejo es éste: a la economía española no la va a salvar ni ZP ni Rajoy, sino Juan Español, usted, con austeridad, a costa de evitar gastos superfluos de trabajar más y de no endeudarse ni para pagar el café. Todo lo demás, son pájaros y flores. De hecho, es así como estamos saliendo de la crisis: los que vivían bien viven regular, los que vivían regular, mal, los que mal, sobreviven. Además, esa austeridad no deja de ser una buena forma de vengarnos de los especuladores, que viven de nuestra tendencia al endeudamiento. Hoy, toda la receta económica para familias y profesionales consiste en no endeudarse.

Eulogio López

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