Anna Veiga (en la imagen), la bióloga fautora de la primera niña probeta española, quiere que la actual ley de fecundación in vitro se quede como está. Natural, la bióloga de la Dexeus -¡qué maravilla de clínica!- defiende su gloria profesional, su trabajo y hasta su patrimonio.

La actual ley de investigación in vitro fue un adefesio del Zapaterismo, defendido por la entonces ministra de Sanidad, Elena Salgado, que una vez destrozado el derecho a la vida con su otra maravilla legal, la de investigación biomédica o matadero de embriones, se dedicó a destrozar la economía nacional: Calamity Helen era capaz de eso y de mucho más.

Pues bien, muchos piensan que la FIV es un instrumento para dar vida. Lo cierto es que es un instrumento que reduce a la mujer al papel de vaca hormonada y que es una fábrica de manipulación de seres humanos indefensos.

A ver, moviola. La FIV consiste en los siguientes puntos: se hormona a una mujer como si fuera, insisto, una vaca, y produce más óvulos de los que generaría de forma natural. Entonces, esos óvulos se mezclan con esperma masculino, que puede ser de la pareja de la señora de cualquier otro: ¿qué más da

Segunda parte. Se producen muchos más embriones de los necesarios para el embarazo y se introducen en el seno materno. Pongamos que hemos producido 10 embriones: cinco los metemos en el frigorífico, porque si fallamos en la primera operación tendríamos más embriones preparados para la próxima vez. O sea, como una granja animal, si ustedes me entienden.

Ahora bien, si la pareja que paga quiere tener un hijo, ¿para qué se le introducen cinco Sencillo, porque así doña Anna Veiga, o cualquier otro, tiene más posibilidades de triunfar y menos de fracasar. Ahora bien, imaginemos que doña Veiga tiene más éxito de lo esperado y se producen cinco embarazos. ¿Quiere nuestra chica tener quintillizos Naturalmente que no. Entonces se producen cuatro abortos 'selectivos' y nos quedamos con los embriones más primorosos.

¿Y qué pasó con los otros cinco que metimos en la nevera Pues que la  señora, una vez aplacado su escozor materno -una cosa es desear la experiencia de tener hijos y otra muy distinta ser madre- a lo mejor no los quiere para nada, por lo que doña Elena Salado, y supongo que doña Anna Veiga, están dispuestas a donarlos para la investigación científica. Todo sea por la ciencia. Naturalmente, nadie ha descubierto nada destrozando embriones pero, al parecer, a todo progre con pretensiones científicas le hace mucho lío jugar a científico rompecocos.

Esto es la FIV. En Alemania, donde no son muy píos pero sí menos bestias, decidieron que si una mujer se decidía a meterse en este antro de la FIV, sólo se fecundará un óvulo. Si tenía éxito, bien, si no, no habría que abortar a nadie ni utilizar embriones humanos como cobayas de laboratorio.

Claro que la normativa FIV española debe cambiar. A ser posible ya mismo: Y debe ser prohibida. Pero a Anna Veiga no le interesa.

Eulogio López

eulogio@hispanidad.com