Dice el director general de la Policía, Ignacio Cosidó, que contempla la posibilidad de que no se produzcan más ataques como la bomba contra la Basílica del Pilar. Y, a más a más, asegura que podemos estar hablando de "terrorismo anarquista".

Hombre, es verdad que fue un grupo denominado ácrata quien contrató a los chilenos, profesionales de las bombas, para colocar y explosionar un petardo allí donde más daño podía hacer. Ahora bien, sabemos qué es el terrorismo pero no tenemos tan claro lo que es el anarquismo, al menos desde la desaparición de la FAI.

Yo diría que no son anarquistas, sino más bien cristófobos. A fin de cuentas, ¿qué es lo que identifica a este magma de indignados, cabreados, marginales, antisistema y demás tribus de cariz urbano-político Pues su odio a la fe, claro está. Lo que pasa es que hablar de odio a la fe resulta suicida si uno quiere forjarse un papel de intelectual.

Les digo más. Les cuento lo que le sucedió a Hispanidad cuando preguntó a la policía qué estaba ocurriendo con tantos ataques, entre vandalismo y terrorismo, como estaban sufriendo los templos españoles.

Pues la policía no quiere hablar porque distingue entre actividades terroristas, como las bombas en templos de Madrid, Palma de Mallorca y Zaragoza. Esto lo investiga la Brigada de Información. Luego están las profanaciones de templos, que son, para un cristiano, tan graves como una bomba, sobre todo si cometen sacrilegio contra el Santísimo Sacramento… que es lo más habitual. Pues bien, según el portavoz policial, estos hechos serían, son, hurtos menores, propios de cacos y no merece la pena perseguir a los autores. Esto es, que la policía no persigue, por ejemplo, a las sectas satánicas, las más peligrosas de todas las sectas.

La impunidad en las profanaciones deriva en los ataques a templos, sagrarios y tabernáculos, en el robo de formas consagradas
Lo que me dijo el policía: eso es mero gamberrismo. Se encargan los mismos polis que se ocupan de los cacos y sus fruslerías. No, la Brigada de Información, que es cosa seria. Además, imagínense que roban al Santísimo. A fin de cuentas, todo su valor material es el de un trozo de pan. ¿Qué más da que haya unos cuantos millones de fanáticos ultracatólicos sepamos que ese trozo de pan es el mismísimo Dios, en Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad

Y así, la impunidad deriva en los ataques a templos, sagrarios y tabernáculos, en el robo de formas consagradas y en todo aquello que hace daño a la Iglesia y a los católicos.

Los anarquistas chilenos no querían hacer gamberrismo: actuaban por odio a la fe. Y, lo que resulta más relevante, no actúan así porque sí, actúan porque han mamado un ambiente cristófobo donde no se trata de despreciar a Dios sino de aniquilar a Dios. Tarea siempre condenada al fracasado pero que, en el entretanto, hace mucho daño.

Pero que conste que los gamberros son los vándalos y los terroristas chilenos son lo mismo, sólo que unos son profesionales y los otros aficionados. Pero profesionales y aficionados de la cristofobia, no anarquistas.

Eulogio López

eulogio@hispanidad.com