Hace un lustro -Hispanidad cuenta ya con 10 años de edad- este diario electrónico publicaba, a petición de la propia y de forma gratuita, un anuncio gratuito de Amnistía Internacional, organización de derechos humanos por antonomasia. Pues bien, se produjo un cambio en la cúpula de Amnistía Internacional, naturalmente hacia un mayor progresismo. Los nuevos portavoces se pusieron en contacto con Hispanidad para achacarnos que habíamos publicado su banderín de enganche (insisto, a petición suya y de forma gratuita). No les gustaba, miren por donde, que Hispanidad defendiera a la persona humana desde la concepción hasta la muerte natural. Sinceramente, no nos lo vuelvan a pedir: la respuesta sería negativa e incluso un punto grosera.

Si no lo supiéramos, lo habríamos aprendido entonces: el imperio de la muerte que de cultura no tienen nada- no está compuesto por señores que consideran demasiado cruel juzgar a una mujer por abortar, ni por bienpensantes Dios nos libre de los bienpensantes- que consideran el aborto como un mal menor. No, está integrado, teledirigido y envenenado por personas que consideran que el aborto es algo bonísimo, que matar al indefenso es la forma de imponer su desesperanza y que no recurren al aborto como última posibilidad, sino como primer impulso. Les encanta el infanticidio, cuantos más, mejor. No quieren disculpar el aborto, quieren canonizarlo. Se empieza pidiendo la despenalización del asesinato, luego su legalización, luego su gratuidad y, finalmente, se pasa al aborto obligatorio. Al tiempo.

AI afirma ahora que luchará por el derecho al aborto en todo el mundo. Es decir, AI se ha quitado la última careta. Ya no le quedan más. Todavía me sorprende, aunque ya no mucho, que nadie en la organización se haya atrevido a levantar la voz de los seres humanos torturados más inocentes e indefensos: los no nacidos. Es sabido que la características más habitualmente los filántropos actuales es la cobardía. A partir de ahora, ya está todo claro. Amnistía Internacional no es un amigo equivocado : es un enemigo visceral, embustero y canalla, contra quien hay que luchar con todos los medios a nuestro alcance. Por de pronto, destrozando su imagen. Nadie puede creer en la rectitud de intención para luchar contra la tortura y por los derechos humanos, en una panda de miserables que se ensañan con el más débil. A los hipócritas de AI, ni agua. Especialmente, ni una gota de credibilidad. No la merecen. Y, sobre todo, hay que estar donde no estén ellos.

Eulogio López