Sr. Director:  

La convivencia en las calles de Cataluña de nuestras dos lenguas mayoritarias es una obviedad y una realidad que nos enriquece a todos.

El problema llega cuando algunos políticos se empeñan en torpedear esa normal coexistencia. Es el caso de la Conselleria de Salud que acaba de obligar en una circular a los conductores de ambulancias a no hablar en castellano porque el catalán debe ser el "único idioma autorizado en la comunicación". ¿Qué sentido tiene que el personal de las ambulancias no pueda utilizar la lengua que hablamos la mitad de los ciudadanos en algo tan fundamental como es la salud y, más aún, en una situación de emergencia La obsesión nacionalista por poner trabas a un bilingüismo enriquecedor e imponer "únicos idiomas autorizados" huele demasiado al pasado y ya raya, nunca mejor dicho, en lo enfermizo.

María Caro