"No es que el bien tenga fuerza es que el bien es la fuerza. El mal tan sólo es la ausencia de bien, algo débil y despreciable, aunque parezca lo contrario" (del libro la verdadera devoción la corazón de Jesús).

Y ahora vamos con lo ocurrido en Granada y en Sevilla. En Granada, presuntamente, que hasta los curas tienen derecho a la presunción de inocencia, parece que varios sacerdotes miserables abusaron de un adolescente. Repulsivo, sin duda. Precisamente sacerdotes. Las grandes aberraciones, como decía Clive Lewis, siempre se cometen al lado del altar.

Pero, miren por dónde, aún me preocupa más lo de Sevilla. Porque respecto a la pederastia, al menos por ahora, todos estamos de acuerdo: es una bestialidad. En lo que andamos más confusos es en su origen, porque el 90% de la pedofilia tiene origen homosexual.

El mal no existe, sólo es la ausencia de bien

Pero más grave que lo de la pedofilia granadina me parece lo ocurrido en el funeral de la Duquesa de Alba, en Sevilla, donde se dio la comunión a un homosexual declarado, casado… con otro homosexual. Y nadie ha dicho nada.

Esto sí me preocupa. Contra lo que ha dicho el señor Antonio Banderas, la esencia del cristianismo no es echar una mirada al otro. La esencia del cristianismo es amar a Dios sobre todas las cosas y al prójimo como a ti mismo. Por ese orden. Primero el Creador, luego la criatura. Lo uno por lo otro, ciertamente, pero en ese orden.

Porque el mal no existe, sólo es la ausencia de bien. Algo débil y despreciable. Y resulta que el bien primero, del que dependen todos los demás, es Dios. Por eso le tengo tanta manía a la filantropía: la filantropía siempre acaba en racismo, en el orgullo del filántropo convertido en ídolo para el necesitado.

Aunque suene demasiado fuerte, no se puede amar al hombre sin antes amar a Dios… ni aun cuando no se tenga una idea muy clara ni tan siquiera de la existencia de Dios. Lo uno viene por lo otro y lo otro no viene sin lo uno.  

Eulogio López

eulogio@hispanidad.com