Sr. Director:
Hace unos días leía un artículo en el que el autor ponía en duda que Catalunya llegara a proclamar la independencia.

"Pronóstico, decía: Cataluña no va a proclamar la independencia en 2014. Ni en 2015. El Constitucional frenará la consulta si llega a convocarse. Y el problema quedará aplazado. Entretanto el sentimiento independentista irá creciendo. A medio plazo el único modo de frenar la secesión es que no haya una mayoría aplastante que la apoye y eso requiere un trabajo cultural". 

Al final habrá que adoptar una solución como la de Canadá. Solución que implica una ley de claridad que permita celebrar la consulta soberanista pero en unos términos preestablecidos por el Estado español: exigiendo una altísima tasa de votos a favor del sí.

Eso pondría a los nacionalistas y a los independentistas frente a sus contradicciones internas. El problema no sería España sino Cataluña,  los catalanes que no se ponen de acuerdo. Los instrumentos para librar la batalla no son solo jurídicos, hacen falta argumentos, pedagogía, para destruir el mito de la independencia. 

El pasado día 16, el  vicepresidente de la Comisión Europea, Joaquín Almunia, hacía unas declaraciones muy útiles para este propósito. Fueron unas afirmaciones que le quitan bastante romanticismo a la independencia.

Almunia dejó claro que la secesión supone la salida de la Unión Europea. Hoy Fomento del Trabajo se ha desmarcado ligeramente.

Suso do Madrid