Recuerda que acaba de cumplir los 60 años, que tiene un plan hasta 2008 y que convertirá a Telefónica en líder mundial. El presidente de la primera empresa del país se siente más cómodo con Zapatero que con Aznar. El pacto Alierta-PSOE: Zapatero se ha dado cuenta de que con los empresarios es mejor pactar que pelear. Además, las relaciones entre Zapatero y Felipe González, y entre González y Bono, son cada vez peores

Hace apenas dos años, César Alierta afirmaba que no se marcharía de Telefónica hasta verla convertida en la cuarta operadora del mundo. Ahora, si nos atenemos al valor en bolsa o capitalización, resulta que ya es la tercera, y, como al mismo Alierta le gusta repetir, la segunda integrada ¿Cuál es el objetivo actual? pues convertirse en la primera empresa de telecomunicaciones del mundo. Por supuesto, liderazgo integrado, no sé si había quedado claro.

Y no tiene la menor intención de delegar tan ambiciosos planes a sus herederos: quiere hacerlo él solito. Durante su participación en el curso de la Asociación de Periodistas de Información Económica (APIE) que se celebra en la Universidad Internacional Menéndez Pelayo de Santander, Alierta dejó claro que se encuentra muy cómodo en la presidencia de Telefónica y que por el momento no se vislumbra la menor nube en el horizonte.

Tanto hincapié en el adjetivo integrado resulta fácilmente explicable. Veamos, A día de hoy, la empresa de telecomunicaciones líder en el mundo es Vodafone, con una capitalización bursátil de 159.000 millones de dólares, seguida por la norteamericana Verizon, que vale 97.000 millones y por Telefónica, que está en los 84.000 millones de dólares. Ahora bien, se da la circunstancia de que el líder, Vodafone, sólo es móvil, no es integrado, cosa que sí ocurre con Verizon y Telefónica.

Es más, aunque la telefonía móvil por su carestía, no lo olvidemos- ha constituido el tesoro de Telefónica, Alierta es consciente de que su capacidad de generación de ingresos comienza a flaquear. Él confía en el crecimiento de la banda ancha de la telefonía fija, a la que otorga el mejor de los futuros.

Pero ese proceso hacia el liderazgo mundial lo pilotará él. En primer lugar, porque acabo de cumplir 60 años, en segundo lugar porque hay un plan estratégico de Telefónica que termina en 2008 y cuyo mandamiento principal consiste en pasar de los 140 millones de clientes que Telefónica tiene ahora mismo en el mundo a 190 millones. Por último, porque Alierta, con más o menos ayuda de Jesús Polanco, de quien hoy es socio, ha dejado de ser un objetivo a batir por el Gobierno Zapatero, que ha tardado un año en darse cuenta de que con los empresarios es mejor pactar que pelear.

Y por cierto, a ese pacto ha animado un tanto el hecho de que Zapatero empieza a estar un poco harto de que su antiguo ídolo, Felipe González, se empeñe en hacerle la guerra a Telefónica en Iberoamérica, y no parece muy elegante que el ex Presidente del Gobierno de España se dedique a fastidiar a la primera compañía española.

Además, Alierta se ha preocupado de que la acción informativa de Telefónica se realice con Jesús Polanco, lo que ya es una garantía, y la acción social la ha dejado en manos del socialista Javier Nidal. Por decirlo de alguna forma, nunca Alierta había tenido menos oposición política. Se encuentra con el PSOE más a gusto que con el Gobierno Aznar.

Eso sí, para conseguir el liderazgo mundial Alierta piensa en el crecimiento orgánico. Por ejemplo, considera que Estados Unidos es un mercado demasiado maduro, y a él sólo le interesa comprar empresas con potencial de crecimiento.