Sr. Director:
En otros tiempos reivindicar la libertad era un acto valiente y necesario, un anhelo que se manifestaba de muchas maneras, entre otras, con canciones.

Y aunque siempre hay que estar alerta para salvaguardar este bien tan preciado, lo cierto es que aquí y ahora hay libertad. 

No así otros valores que también son necesarios. Las noticias de cada día nos muestran el retrato robot de una sociedad en la que destaca con trazos muy gruesos otra carencia: la falta de justicia.

Cuando se descubren casos de corrupción como malversación de fondos, falsos EREs, prevaricación, apropiación indebida, etc. en los que están pringaos desde políticos hasta jueces, desde sindicalistas hasta banqueros, y algunos que pasaban por allí, y ningún implicado devuelve la pasta que se han apropiado indebidamente.

Cuando los criminales ríen mientras las víctimas lloran a sus muertos… es evidente que falta justicia. Y en este ambiente de falta de justicia, siguen triunfando canciones dedicadas a la libertad.

No quiero pensar que quienes trasvasan el dinero del erario público a sus bolsillos, manejan la batuta marcando el compás a los ciudadanos contribuyentes para que entonemos loas a la libertad. La libertad la precisamos para vivir como personas con dignidad, pero también necesitamos ¡y mucho! la justicia, que es madre de la paz.

Tal vez llegará el día en que las multitudes clamen y reclamen responsabilidad. Si nuestros músicos además de canciones que digan: "¡Libertad, libertad…!" compusieran algunas estrofas que digan: "¡Honradez, honradez…!", "¡Transparencia, transparencia…!",   "¡Justicia, justicia…!", y todos y todas las cantásemos festivamente, pero en serio…

José Murillo