La filtración de la sentencia del Supremo sobre el Caso Olabarría no acelerará la sucesión en el Santander. Si se confirma lo publicado por El Mundo, el banco recurrirá al TC y pedirá la suspensión cautelar de la ejecución. Además, Ana  Patricia nunca sucederá a Sáenz, en tal caso a su padre, y en calidad de presidenta

Como un jarro de agua fría ha caído en Boadilla, sede del Grupo Santander, la filtración a El Mundo del contenido de la sentencia del Supremo que condena a 8 meses de cárcel e inhabilitación para ejercer como banquero, información asimismo recogida por el diario hermano Expansión. La sentencia aún no había sido notificada a las partes y muchos sospechan que ni tan siquiera había sido firmada, aunque la información de María Peral, es contundente.

El asunto viene a cuento de los cambios en la constitución del tribunal de la Sala Penal del Supremo que ha entendido del asunto: en un primer momento eran tres magistrados y el ponente, favorable a la absolución. Luego se amplió a cinco, tres favorables a la condena y dos, que, según fuentes jurídicas, han elaborado dos juicios particulares, en contra. En cualquier caso, hay que felicitar a la periodista María Peral, por su exclusiva y, al mismo tiempo, preguntarse por una filtración interesada de tanto calado en un tribunal dividido sobre el sumario.

La primera reacción, naturalmente, la del mercado: la cotización del Santander en la Bolsa madrileña casi más de tres veces el IBEX, siendo el valor que más se hundía si exceptuamos Tele 5.

En cualquier caso, el Tribunal Supremo condena a ocho meses de cárcel y, lo más importante,  inhabilita a Alfredo Sáenz, vicepresidente y consejero delegado del Santander, para ejercer como banquero. El primer ejecutivo del cuarto banco del mundo, segunda empresa más capitalizada del IBEX, tendría que marcharse a casa, precipitando así el delicado proceso de sucesión en la familia Botín. No olvidemos que Ana Patricia Botín, ahora al frente del Santander en el Reino Unido, no sucederá -o al menos así está previsto- a Sáenz como consejero delegado sino a su padre, Emilio Botín, y en calidad de presidenta. Entre otras cosas, porque los fondos de inversión internacionales, principales accionistas del Santander, jamás admitirían a un padre como presidente y a su hija como CEO. Y todo ello en medio de la llamada reconversión bancaria española, que no es otra cosa que la trasformación de las cajas en bancos y la necesidad de actualizar el valor de las carteras de crédito (especialmente de activos inmobiliarios y de deuda pública).

Otrosí, es necesario recordar las buenas relaciones de la primogénita de los Botín como el director de El Mundo, Pedro J. Ramírez, así como la necesidad de financiación de la editora del diario, Unedisa, propiedad de los italianos de Rizzoli.

En cualquier caso, dejando a un lado la polémica, lo cierto es que Sáenz no tiene la menor intención de dimitir ni Emilio Botín se lo va a solicitar. En primer lugar porque no les ha sido notificada la sentencia; en segundo lugar, porque, utilizando el precedente de los Albertos en el Caso Urbanor, de inmediato el banco procederá a interponer recurso de amparo ante el Tribunal Constitucional solicitando la suspensión cautelar de la ejecución de la sentencia de Supremo lo que, a su vez, abocará a un nuevo enfrentamiento entre Constitucional y Supremo.

Eulogio López

eulogio@hispanidad.com