Muy a su pesar, y el asunto aún no puede darse por terminado, la Administración Bush ha aceptado el plan ruso-iraní sobre enriquecimiento de uranio. Si el régimen de los ayatolas acepta no enriquecer uranio en su territorio, será Rusia quien lo haga bajo supervisión del Organismo Iraní de Energía Atómica. Un uranio que tendrá como destino su uso pacífico en la central nuclear de Busheer. El enriquecimiento de uranio es el elemento tecnológico más importante tanto para poner en marcha una central nuclear como para fabricar misiles nucleares.

Estados Unidos temía otra vez quedarse solo, o, si se prefiere, con el solitario apoyo de Israel, quien ya ha manifestado que no acepta el plan ruso. La razón es que la Unión Europea y la Agencia Internacional de Energía Atómica apoyan a Vladimir Putin. Estados Unidos no ha querido forzar la situación, que parecía llevar a un enfrentamiento bélico con Irán. Con el avispero iraquí ya tiene bastante.

Ahora bien, por qué Alemania ha realizado tanta presión en el asunto. Pues, entre otras cosas, porque varias de sus empresas estuvieron comprometidas durante los años 70 en la construcción de central nuclear de Busheer, y ahora están dispuestas a regresar. Hablamos e Siemens, de Telefunken o de AEG, hoy controlada por los suecos de Electrolux.