El Gobierno quiere obligar a las comunidades autónomas a que los hipermercados puedan abrir todos los días todas las horas.

La información se la debemos a Expansión. Se vende como libertad y liberalismo que las grandes empresas ahoguen al pequeño comercio, que obviamente no puede abrir 24 horas al día porque una familia o una microempresa necesitan dormir.

Se justifica la media asegurando que beneficia al cliente quien, además, comprará más barato. Ahora bien, ¿por qué el híper vende más barato? Pues por dos razones: proletariza el empleo, es decir, paga salarios de subsistencia a sus empelados y ahoga a los proveedores, es decir, reduce a cenizas la producción hasta hacerse con ella, con la correspondiente creación de oligopolios en la producción. La última estación de este vía crucis monopolístico consiste en  asfixiar al productor directo de alimentos, es decir, al agricultor, obligado a sobrevivir gracias a las subvenciones europeas. Y así se desertiza el campo y se proletariza la ciudad.

Monopolio y proletarización, dos elementos muy liberales, llevan la firma inequívoca de aquello que Hilarie Belloc llamó el Estado Servil.

Igualar a los desiguales supone crear una grandísima desigualdad y una grandísima injusticia. No se puede establecer la misma norma para pequeños y grandes porque no son lo mismo. Lo que tenemos que meternos en la cabeza es que liberalismo y capitalismo son dos cosas bien distintas. Capitalista es el que no defiende la empresa privada mientras liberal es el que defiende la propiedad privada, mucho más cristiano éste que aquél. Y no es lo mismo se lo aseguro. Chesterton empleaba una imagen muy clara para distinguir entre liberalismo y capitalismo: un carterista puede ser un gran defensor de la empresa privada pero nunca se le podrá considerar un defensor de la empresa privada. El Gobierno socialista de Zapatero no aporta libertad con esto sino puro capitalismo. ¡Joé con la izquierda progre-capitalista!

Eulogio López

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