Espléndido el reportaje de Mar Velasco en Religión en Libertad sobre los cristianos en tierras del Islam, pero que nos lleva de lleno a la barbaridad de los dirigentes occidentales, empeñados en expandir el fundamentalismo islámico por el mundo. Todo ello dentro de la maravillosa campaña suicida de un mundo libre empeñado en destruir las raíces cristianas que lo crearon.

A ver si nos entendemos: los tres valores del cristianismo, digamos social, nacidos en Roma e implementado -que diría un analista financiero- en la España de Leandro, Isidoro e Ildefonso, es decir, en la Edad Media, son tres: vida, libertad y propiedad. El Islam no puede cumplir con ninguno de ellos ni lo ha hecho nunca, especialmente los dos primeros.

Pero el problema con el Islam es aún peor. Con el Islam no se puede dialogar por el simple hecho de que no permite la conversión, la conversión al cristianismo, naturalmente. La historia de los mozárabes españoles demuestra que al Islam hay que imponerle la libertad religiosa. Por eso, llama la atención que Occidente esté apoyando a los integristas islámicos en la llamada primavera árabe.

Eulogio López

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