Los ataques a la bolsa española y a la deuda no son sino una forma de reducir el precio de nuestras empresas, por lo general mucho más solventes que las extranjeras. Desde luego, los bancos españoles lo son. Ayudan muchos los tontos de dentro, la quinta columna, no pagada, simplemente masoca, así como el cainismo español

Las grandes empresas españolas están en peligro. Todos las mentiras sobre la situación límite de España, que corren por el circuito del consenso informativo más estupendo inventado por la humanidad -los mercados financieros- pintan a una España a punto de desmoronarse, aunque otros países a los que nadie tose, como el Reino Unido, tiene mucho más déficit fiscal, más deuda y similar déficit exterior que España.

No sólo eso, mientras el sistema bancario británico se ha desmoronado como un castillo de naipes, y ha sido mantenido en pie por el erario público, España todavía no se ha gastado un duro en salvar un banco.

Da igual: cuando no es Financial Times es Moodys y, cuando no, Financial Deutschland. Recientemente, Financial se tiró en plancha asegurando que la banca española, falta de liquidez, se lo jugaba en todo en la última subasta. Lo cierto es que apenas acudió.

Es lo mismo, ahora Moodys rebaja la deuda española porque le viene en gana y entonces la bolsa se cae. ¿Qué se persigue con esto? Está claro: abaratar las empresas españolas, especialmente las energéticas, en un momento en que varios sectores -especialmente el energético- está en reconversión en Europa.

¿Qué significa reconversión? Es un eufemismo para describir el proceso de tendencia al oligopolio, a absorciones que provoquen que queden en toda Europa un pool de cuatro o cinco empresas, no más, que se repartan el pastel. Al poder político le encanta crear esos oligopolios por dos razones:

1. Las empresas ganadoras les quedan muy agradecidas y les hacen muchos favores, incluso ficharles para el futuro.

2. Es más fácil entenderse con cuatro grandes empresas ineficientes que con cuarenta eficientes. Y lo pequeño y mediano siempre es más eficiente que lo pequeño.

Todos los países quieren mantenerse al menos en alguna de las grandes empresas en el sector clave: bancario, energético, telecos o información, principalmente, aunque ahora otros sectores como alimentación, distribución o textil se abren camino.

Pues bien, dentro de la reconversión energética europea, todo el lodo lanzado sobre España, que cunde gracias a ese odio que parece sentir Zapatero por el país que gobierna (atención a su actitud en la oferta de Telefónica sobre VIVO) los objetivos a batir son ahora Iberdrola y Repsol. Iberdrola llegó a valer 50.000 millones de euros en bolsa, ahora vale 24.300 millones, menos de la mitad. Y eso tras haberse convertido en una multinacional que obtiene dos terceras partes de sus ingresos en el exterior. Es la eléctrica más rentable de Europa en pugna con la alemana E.ON. Sin embargo, cada vez está más barata para una OPA, para acabar con Endesa, hoy propiedad del Gobierno italiano gracias al buen hacer de ZP.

Pero el cainismo español colabora en este abaratamiento. Iberdrola lucha por no ser absorbida, pero el caballo de batalla para la entrada de la francesa EDF fue buscada por la española ACS por el presidente del Real Madrid, Florentino Pérez

Repsol, a pesar de la subida provocada por los nuevos yacimientos, sale por 20.000 millones de euros, alejadísima de la capitalización de las petroleras anglosajonas y de la francesa Total, siempre ávida por comerse a la española, aunque ya posea CEPSA.

Pero el peor enemigo no es el cainita sino el tonto. Una idiocia colectiva que lleva a los españoles a convertirse en la quinta columna de las calumnias que vienen de fuera. El primer partido de la oposición, el Partido Popular, así como la prensa que le es adicta, está dispuesto a arrastrar al precipicio al país y a sus empresas señeras sin con ello lograr tumbar a Zapatero. Es el todo vale con tal de tumbar al actual presidente del Gobierno. También vale el arruinar España.

Miriam Prat

miriam@hispanidad.com