ZP ordena silencio a Sebastián: no habrá energía nuclear

La ignorancia es atrevida, asegura el refrán, y si anida en la Presidencia del Gobierno, entonces es peor: es peligrosa. En su obsesión verde-bucólica, el presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, asegura que no quiere energía nuclear en España porque falta agua.

La verdad es que la energía que los especialistas llaman de producción masiva -carbón, gas o nuclear- y que las renovables sólo pueden ser un complemento.

En la prodigiosa mente que habita en Moncloa no sabemos cuál puede ser la relación entre nuclear y agua, pero cierto es que si un país tiene poca hidraulicidad necesita nuclear y que, además, los reactores nucleares resultan extraordinariamente positivos, por ejemplo para la energía igualmente masiva, que se precia para desalar aguar de marca, algo que sólo el carbón -que produce CO2- el gas -precios prohibitivos- o la nuclear -energía limpia-, puede posibilitar. Desde luego, con molinillos y huertas solares no se desala agua.

Las palabras del presidente del Gobierno resultan especialmente peligrosas por cuanto en septiembre se renovará la normativa sobre primas a la energía fotovoltaica, la más cara de todas para el ciudadano, y que ha supuesto un flujo de dinero público hacia los grandes productores, especialmente la familia Entrecanales. Da la impresión de que cuando ZP dice no a la energía nuclear y sí a las renovables -con gran regocijo de franceses, británicos e italianos, que nos tendrán en el futuro como clientes- está prometiendo a los Entrecanales que seguirán recibiendo dinero público.

Por si fuera poco, ZP le dice a Financial Times que ya no creen en los campeones nacionales. Lo dice quien posee la cuarta eléctrica europea por capitalización. Es decir, que no tiene que forzar fusiones para poseer un campeón nacional: sólo tiene que conservar el que ya tiene. En cualquier caso, cuando Alemania, Francia e Italia luchan por ese campeón energético, el sector más estratégico de todos, nuestro ZP renuncia a proteger a sus propias empresas.  

La pregunta es: ¿Por qué odia a España su presidente del Gobierno?