• Lo cierto es que el Gobierno está ganando el pulso a Bruselas.
  • El viraje más profundo es el de Merkel: ahora se da cuenta de que tiene que parar la especulación financiera contra la deuda española.
  • Entre otras cosas porque si España cae, caen Italia y Francia, y eso sería el fin del euro.

En la mañana de este viernes, el secretario de Estado de Economía, Fernando Jiménez Latorre, ha asegurado que España no necesita el rescate, sino que el Banco Central Europeo (BCE) compre deuda soberana en el mercado secundario. Lo mismo que dijo el ministro Guindos este jueves en la London School of Economics: "España no necesita un plan de rescate" sino una intervención del BCE "con ciertas condiciones". Todo para desmentir el rumor originado en Bruselas de que la petición de 'ayuda' era inminente. Por su parte, la vicepresidenta del Gobierno, Soraya Sáenz de Santamaría, en la rueda de prensa posterior al Consejo de Ministros, ha seguido la misma línea, aunque se ha mostrado más ambigua: "El Gobierno tomará la decisión (sobre la petición de rescate) que mejor interese a todos los españoles, pero con conocimiento de causa, sabiendo qué tipo de intervención puede acordarse, con qué implicaciones".

Pero ahora resulta que Bruselas ha cambiado de opinión, y la constatación de este viraje ha quedado de manifiesto en esta misma mañana de viernes, cuando un alto funcionario europeo ha descartado que el Gobierno español tenga necesidad de pedir el rescate, al menos por ahora. Y es que en las últimas semanas ha disminuido la tensión en los mercados y España se financia en unas condiciones aceptables.

Pero el viraje más profundo es el de la canciller alemana Ángela Merkel (en la imagen junto a Rajoy), que se ha dado cuenta de que tiene que parar la especulación financiera contra la deuda española. Sobre todo porque si España no puede financiarse por sí misma y finalmente pide el rescate -o sea, cae-, la especulación financiera iría a por el siguiente: Italia. Y después le tocaría el turno a Francia, que también está pasando por momentos complicados. Vamos, que sería el fin de la moneda única.

Pablo Ferrer

pablo@hispanidad.com