En la expropiación de YPF a la española Repsol, el gobierno argentino se comportó como un ladrón. Aquello fue un robo. Pero ahora, frente a los especuladores, está defendiendo la justicia. El expropiador de YPF fue el impresentable ministro Axel Kicillof (en la imagen) y el negociador con los fondos buitre de ahora mismo es, el ministro Kicillof. Con YPF cometió una injusticia, pero ahora está luchando por lo justo.

Al menos se ha conseguido una victoria: los medios instalados, por ejemplo, RTVE, tan progres, tan capitalistas, ya hablan de fondos buitre, de aquellos que, gracias a la justicia norteamericana, están colocando a Argentina al borde del desastre económico. Algo es algo.

Conviene recordar, y no se hace, el origen del problema. Es verdad que el primer culpable son los gobiernos argentinos que emitían deuda en el mercado con espléndida alegría. Llegó el momento de pagar, cuando la deuda argentina había pasado por mil manos desde su primera venta, resultó que no había dinero, salvo dándole a la máquina de hacer billetes, es decir, creando hiperinflación o, por decirlo de forma sencilla, echando gasolina al fuego.

Entonces Néstor Kirchner, que no era uno de nuestros mejores ciudadanos, hizo algo inteligente y justo: Miren ustedes, yo no puedo pagarles lo que me piden o la gente pasará hambre (sí, hambre). Por tanto, como ustedes han comprado a precio de risa nuestros bonos, yo le pagaré más del doble de lo que les ha costado, pero no el nominal inicial. Figúrense si la medida sería ilegal pero justa, que más del 90% de los acreedores aceptaron la oferta. Y ahora va un juez y le da la razón a los buitres del 7% y, encima, eso obligaría a Argentina a pagarle el 100 por 100 al 93% restante. Hay jueces geniales, pero como no creemos en Dios tenemos que creer en los fallos judiciales, el único dogma que aceptan los mercados. Eso es como creer en un ídolo que exige sacrificios humanos.

Moralmente las deudas hay que pagarlas, pero extorsionar al deudor que no puede pagar es una locura para prestamistas y prestatario.

Hay que cumplir la ley, mientras la ley no atente contra la justicia
Casi todos los acreedores aceptaron las condiciones de Kirchner, pero unos pocos, no bancos, sino la famosa banca en la sombra, es decir, los fondos buitre, se negaron. Total, tenían dinero para aguantar diez años en los tribunales, al final, resulta que un juez chiflado norteamericano les ha dado la razón, y obliga ahora, no sólo a devolver el dinero a los fondos buitres sino a completar lo pagado -ese es el peligro latente- a quienes aceptaron la quita. Ni tan siquiera han aceptado la mediación de los bancos argentinos (incluido Santander y BBVA, allí presentes) para retrasar el pago prescrito. Resultado: Argentina hundida -es decir, en suspensión de pagos- y los platos rotos no los pagará la presidenta Cristina Fernández, sino los argentinos.

No se puede compra un bono que valía 100 sólo en su origen, por 10 y luego exigir los 100 iniciales, de la misma forma que si compras acciones a cualquier empresa y luego se derrumba la cotización no puedes exigir una plusvalía que ya no existe. De hecho, la Argentina te está ofreciendo una plusvalía enorme, vas a ganar mucho dinero, pero tú exiges, no ganar dos o tres veces más, sino 10. Y los jueces te dan la razón porque los jueces anglosajones siempre están dispuestos a dar la razón al legislador.

Nuevamente, el principal de fondo es el siguiente: es un deber moral pagar la deuda libremente asumida, porque la norma hay que cumplirla. Ahora bien, si la norma es injusta, sino está para pagar a quien compró sino a un tercero aprovechado, esa norma se convierte en injusta. Suele pasar cuando las normas y las leyes atentan contra la ley natural, es decir, contra la justicia.

Y esto es bello e instructivo: demuestra que hasta el impresentable Kicillof puede tener razón.

Eulogio López

eulogio@hispanidad.com