El Gobierno popular de Madrid se niega a que el dinero de los contribuyentes financie las operaciones de cambio de sexo. La homosexualidad se está convirtiendo en protagonista de la política y la economía españolas. El PP quiere convertir a la asociaciaón gay COLEGA en su COGAM. Tras el matrimonio gay, Zapatero, por boca de Elenea Salgado, insiste en los temas sociales: clonación, eutanasia, transexuales, aborto, etc.

El catedrático y psiquiatra Aquilino Polaino le ha resultado utilísimo a la presidenta madrileña Esperanza Aguirre, a pesar de que doña Espe se considera progresista y por tanto fue uno de los miembros del Partido Popular que se apuntó al linchamiento contra su propio invitado tras su presencia en el Senado.

Resulta que los transexuales han pedido a la Comunidad de Madrid que los impuestos de los madrileños financien sus operaciones quirúrgicas de cambio de sexo. La respuesta de la Consejera de Sanidad ha consistido en preguntar al peticionario si lo de la transexualidad era una enfermedad, o si se trataba de una patología. ¡Nunca jamás!, fue la fulgurante respuesta de los interesados; se trata, advirtieron, de una libre opción sexual. La respuesta de la Consejería no tardó en llegar: Pues mire usted, si no se trata de una enfermedad, la Consejería de Sanidad no puede disponer de fondos de los contribuyentes. Sólo les faltó añadir: si se trata de una libérrima elección sexual, lo que tienen que hacer es acudir a Corporación Dermoestética, que al tenor de las fotos de sus campañas publicitarias pueden convertir a un cocodrilo en Miss Universo.

Y existe un precedente, dado que siendo ministro de Sanidad de Felipe González, el entonces ministro de Sanidad, Julián García Vargas, negó a una mujer catalana la financiación de las actividades médicas necesarias para tener una hija, dado que ya tenía muchos vástagos varones. La mujer aducía que la ausencia de una hija le producía desazón psíquica, pero Vargas se mostró inflexible: no es una enfermedad, no tiene que pagarla la sanidad privada. La homosexualidad se ha convertido en protagonista del curso político y hasta de la actualidad económica, por la vía del erario público.

Políticamente, el PP quiere mantener la equidistancia en el tema gay. Lo de disponer de una plataforma gay no ha servido para mucho en el partido de Mariano Rajoy. La técnica socialista es mucho mejor: el PSOE no tenía plataforma, pero sí utilizaba a la Coordinadora de Gays y Lesbianas y otros grupos satélites como instrumento de su política con apariencia de independencia quiere su propia asociación gay, aunque desligada orgánicamente del partido. El PP está pensando en el grupo Colega (Colectivo de Lesbianas y Gays), que haría frente a la COGAM en sus estrategias, no porque sus planteamientos sean distintos, sino porque no atacaría al Partido Popular. Y en la formación de Rajoy, no renuncian a disponer de un Pedro Zerolo, es decir, de un portaestandarte homosexual en un cargo público.

Por su parte, la ministra de Sanidad, Elena Salgado, ha aprovechado para abrir fuego. En una entrevista concedida al diario El Mundo, de la que se hablará largo y tendido durante los próximos días, la ministra ha anunciado que en el plazo de un año habrá clonación terapéutica, que se facilitará el aborto, con una velada alusión a la objeción de conciencia, al afirmar que se realizan pocos abortos en centros públicos. Asimismo, ha dicho que lo que hay que darles a los médicos es una garantía para poder ayudarnos en este último tránsito, etc. Es más, preguntada por la periodista si la nueva ley de reproducción asistida, coladero para clonar embriones, de tal forma que un niño posea un clon embrionario para utilizar en caso de enfermedad

Y todo esto supone que desde Moncloa y desde Ferraz, los asesores electorales coinciden: el matrimonio gay ha resultado un éxito político para el Gobierno. Por tanto, hay que seguir en la misma línea. O como diría Elena Salgado. Desde luego, a mí no me preocuparía chocar con la concepción que tiene la jerarquía eclesiástica, siempre que sepa que tengo un apoyo por parte de la sociedad De hecho, la cuestión de facto es que cada día son menos quienes siguen los mandatos de la Iglesia.