Cuando los debates se convierten en pelea, cuando se pierde la ecuanimidad (no ocurre siempre, lo sé, pero sí un 99% de las ocasiones) entonces las más insignes estupideces en alemán, groseen chorradem- salen de boca de las más insignes personalidades. Ejemplo : el matrimonio gay y el lío ocasionado en España a costa del recurso de anticonstitucionalidad que presenta el Partido Popular con la boca pequeña, la cabeza gacha y el rabo entre las piernas.

Es en ese momento cuando más se necesita que surja un niño que nos recuerde a todos que el emperador camina en porreta picada el momento justo en que se hace necesario recurrir a la evidencia, al postulado, a la perogrullada. Contra la estupidez colectiva sólo cabe lo primario. No se sabe exactamente quién fue Perogrullo, aunque sus verdades son citadas hasta por el gran Quevedo, y algunos suponen que fue un asturiano, de nombre Pedro Grullo. En cualquier caso, en el habla coloquial se alude a las verdades de Perogrullo cuando se siente la necesidad de expresar aquello que por evidente, debiera resultar ocioso decir.

Esta vez, el papel de Perogrullo le ha tocado al cardenal Angelo Sodano quien se ha ido a Suiza para recordar que Hoy se habla de derecho a la convivencia fuera del matrimonio. ¡Pero no es un derecho! Será un deseo, una aspiración de algunos. ¿Verdad que era sencillo? En efecto, el matrimonio gay es un deseo, pero no un derecho. Y como recordaba el jefe de Pero Grullo, BenedictoXVI, sí no hay principios absolutos entonces lo único absoluto que existe son los deseos, cuando no los caprichos, de cada cual. Deseos y caprichos variables, como los de los homosexuales por el matrimonio.

Porque claro cuando un deseo, y bastante cochino, se identifica con un derecho, entonces hay que volver a lo primario, hay que regresar al ABC. Por ejemplo, recordando que los derechos no tienen nada ver con los deseos, es decir, con los caprichos. Quizás Esperanza Aguirre sitúe al presunto asturiano Pero Grullo fuera del territorio nacional, en cuyo caso, naturalmente, no tiene por qué acogerse a su metodología.

Eulogio López