Como hiciera con Mar adentro, Alejandro Amenábar se reinventa y cuenta una historia real a su manera, sin preocuparse de transmitir la verdad. Ahora la persona mitificada es Hipatia, una astrónoma y filósofa del siglo IV asesinada en Alejandría por una multitud violenta.

Cinematográficamente hablando, suponiendo que este apartado interese a alguien (dada la polémica suscitada por esta película), Agora es una película mal resuelta enmarcada  en unos impresionantes decorados creados en Malta que se han llevado la mitad del presupuesto de la película (50 millones de euros). Y ello se debe a que resulta una película fría, con diálogos pobres y secuencias científicas que caen en la pedantería en muchas ocasiones. Salvo la figura de Orestes, el resto de los personajes, incluido Hipatia, parece que tienen poco que decir para rebatir sus teorías por más que la protagonista principal (a la que describen tolerante, como no podía ser de otra manera) sea claramente un alter ego de Amenábar al declararse atea y creyente de la filosofía

Pero, evidentemente, la pregunta del millón es si esta película es anticristiana. Claramente sí, desde el momento en  que los cristianos (llamados parabolanos en la película) son mostrados como los más violentos y peligrosos de la turbulenta Alejandría, a la par que machistas y  contrarios al progreso, la cultura  y  la razón; eso sin contar que lucen el aspecto físico e indumentaria de los talibanes actualesPorque, aquí radica, el principal meollo de toda la película: Agora es un compendio de tópicos progres. A saber: Jesús era magnífico pero no sus seguidores y  la civilización  antigua era un prodigio de ilustración de no haberse dado ese traspiés que fue la Edad media y la caída del Imperio Romano, y de no haberse paralizado el mundo durante 500 años, dice Amenábar

Con estos prejuicios, era lógico que Amenábar haya ido a la yugular de lo que denomina  el fanatismo de la intolerancia religiosa. Lo curioso es que para ello tenga que volver la vista atrás y no refleje los integrismos actuales: ¿será por miedo?

Como bien recogía Hispanidad en el artículo de Pablo Ginés del pasado día 6 de octubre, la Hipatia que retrata el director español no es la real, otra cosa es que a los espectadores se les advierta de que se encuentran ante un peplum con tanta ausencia  de base histórica como el entretenido Gladiator.

Para: Los que quieran ver una historia del mundo antiguo con mucha tergiversación y poca base real